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El consumo interno lastra el crecimiento en el primer trimestre

El acelerón de las exportaciones y el sorprendente repunte del gasto público compensan el estancamiento del gasto de los hogares.- El INE confirma que el la economía avanzó un 0,3%

EL PAÍS

La débil recuperación a la que se aferra la economía española es el espejo de una realidad dual, la suma de dos comportamientos extremos. Como muestra, la evolución del PIB en el primer trimestre, que acaba de desmenuzar el Instituto Nacional de Estadística. Como ya anticipó hace dos semanas el propio INE, la tasa trimestral del producto interior bruto escaló al 0,3%; un avance modesto, pero que superó las expectativas de la mayoría de los analistas y aleja, décima a décima, el recuerdo de la Gran Recesión. Lo llamativo es que ese resultado se produjo a pesar del frenazo del consumo privado, que equivale a casi un 60% del PIB. Y que solo fue posible por otro incremento extraordinario de las exportaciones. Y por un sorprendente (o con las elecciones del 22-M en el horizonte, quizá no tanto) repunte del gasto público, cuando lo que se anuncian son ajustes presupuestarios.

La venta de mercancías al exterior crece un 7,6%, el mejor dato desde el colapso del comercio internacional

A un lado, una demanda interna atenazada por las cifras históricas del paro, el repunte de la inflación y de los intereses de las hipotecas o la falta de crédito. Al otro, un sector exterior que está siendo capaz de engancharse a la recuperación, mucho más consistente, de otros países avanzados (Alemania creció un 1,5% en el mismo periodo, cinco veces más que España), a la pujanza de las economías emergentes. En la evolución interanual, el comportamiento extremo se aprecia aún mejor. Con relación al primer trimestre de 2010, el PIB avanza un 0,8%: la demanda nacional resta 0,6 puntos porcentuales, la demanda externa suma 1,4 puntos.

Las empresas que venden sus bienes y servicios en España son mucho más intensivas en mano de obra que las que colocan sus productos fuera. Y el sector exterior es mucho más reducido que el que abastece a la demanda interna. La conclusión es que, si como ocurre en esta primera fase de la recuperación, el crecimiento se alimenta solo de exportaciones, es compatible que el PIB avance y el empleo siga cayendo, tres años después del inicio de la crisis. Aquí, los datos de contabilidad nacional corroboran lo que ya reveló la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre, que situó el número de parados en 4,9 millones de personas, una cifra record. En referencia al trimestre anterior, el que cerró 2010, se perdieron unos 110.000 empleos equivalentes a tiempo completo. En la comparación interanual, la variación es similar a la que reflejaba la EPA (-1,4%), un dato que deja dos lecturas: la moderación en la destrucción del empleo que se producía desde el otoño de 2009 se ha interrumpido; y la previsión del Gobierno (un avance del 0,2%) para el conjunto del año se parece cada vez más a un buen propósito.

Los pésimos datos del comercio en el primer trimestre anticipaban ya que el consumo había vuelto a enfriarse. De hecho, el estancamiento del gasto de los hogares en el primer trimestre (según la estadística, un casi inapreciable retroceso) es el peor resultado del componente más determinante de la demanda desde que arrancó la recuperación, hace poco más de un año. El consumo privado cayó en el tercer trimestre (-1%) de 2010, pero solo porque se comparaba con un trimestre (entre marzo y junio) en el que se aceleraron muchas ventas por el fin de las ayudas a la compra de coches y la subida del IVA, aplicada desde julio. En la comparación interanual, la pérdida de fuelle es ahora mayor (el avance anual ha pasado, en un solo trimestre, del 1,7% al 0,7%).

La debilidad del consumo se manifiesta también en la evolución de las importaciones, que crecieron a menor ritmo (3,9%) que las exportaciones (5%) en tasa trimestral. Y eso que, durante ese periodo, el petróleo pasó de los 100 a los 125 dólares por barril, lo que tiene un reflejo inmediato en la importación de productos energéticos. En las exportaciones, destacan sobremanera las ventas de mercancías, que aumentan al mayor ritmo (7,6%) desde que el comercio internacional salió del colapso, a mediados de 2009. Y el gasto de los visitantes extranjeros también se incrementa, otra señal que anuncia una buena temporada turística.

El desfallecimiento del consumo privado no se reproduce en el sector público, más bien al contrario. El consumo final de las administraciones públicas aumentó un 1,4%, en lo que supone el mayor repunte desde que comenzó la crisis, además de romper la tendencia de recorte iniciada en el verano de 2010, tras las drásticas medidas de ajuste anunciadas por el Gobierno de Zapatero. Al posible afloramiento de facturas de proveedores en el inicio del ejercicio, que corresponden al año anterior pero no se computaron para mitigar el aumento del déficit público, se suma esta vez la cercanía de la convocatoria electoral en comunidades y ayuntamientos. Muchas administraciones evitan afrontar recortes en plena campaña -el empleo público sigue creciendo, en contraste con lo que ocurre en el resto del mercado laboral-, lo que plantea una incógnita mayúscula sobre lo que ocurrirá con esta partida de gasto (equivalente al 20% del PIB) después del 22 de mayo.

El anunciado ajuste presupuestario arroja, por ahora, un saldo de esos que tan poco gustan a buena parte de los expertos: el gasto corriente crece mientras la inversión en infraestructuras, más condicionada a las posibilidades de financiación, cae a plomo. De hecho, por primera vez desde que comenzó la crisis, el desplome de la construcción de obras públicas es mayor que el retroceso en la construcción de viviendas. Con ese lastre, la inversión vuelve a caer (un 1,4% respecto al trimestre anterior), más aún cuando el gasto en bienes de equipo también se estanca.

Las claves de la evolución del PIB tienen su correlato en el lado de la oferta. Así, la industria, más ligada a las exportaciones, tiene un comportamiento notable (un avance trimestral cercano al 5%, también el mejor registro de la recuperación). Y el sector servicios, gripado por la debilidad de la demanda nacional, tropieza (baja un 0,1%). El sector de la construcción, rodeado por todos los flancos (el inicio de viviendas bajo mínimos, las obras públicas en retroceso), vuelve a caer con fuerza (-1,6%).

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