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BCE-GRECIA | Breakingviews.Reuters

Guardar las apariencias

El Banco Central Europeo podría ayudar a salir del punto muerto de la deuda griega. El BCE está viéndose presionado para que se una a los acreedores privados y asuma una pérdida en sus bonos griegos. Pero si se limitase a aceptar quedarse sin beneficio, la carga de la deuda de Atenas se reduciría, lo que ayudaría a despejar el camino para su próximo rescate.

Las participaciones griegas del BCE no se han dado a conocer, pero es razonable suponer que se gastó unos 36.000 millones de euros comprando bonos a precios rebajados, quizás al 75% del valor de paridad. Los acreedores privados están negociando un acuerdo que servirá para que intercambien su deuda por bonos con un valor de aproximadamente el 35% del valor nominal y el Fondo Monetario Internacional está instando a los Gobiernos de la eurozona y al BCE a que ayuden a reducir la deuda de Grecia hasta el 120% del PIB hacia 2020 (el nivel que considera soportable).

El BCE se ha negado hasta ahora a que se devalúen sus bonos griegos. La inflexible postura del Banco Central ha enfadado a los bancos privados que participan en las negociaciones griegas. Y las señales de que el BCE está por encima de los acreedores privados reduce la demanda de otros bonos de la eurozona.

Es posible un acuerdo. El BCE podría intercambiar sus bonos griegos por deuda nueva al precio que pagó por ellos. Digamos que el BCE aceptase nuevos bonos a 30 años valorados en el 75% del valor nominal de sus activos originales y con un tipo de interés anual del 4%. Eso no le costaría nada al BCE, pero rebajaría la carga de la deuda de Grecia en 15.000 millones de euros, según los cálculos de Breakingviews (cifra equivalente aproximadamente al 7% del PIB del país).

Esa concesión podría considerarse una infracción de las normas del BCE contrarias a la financiación monetaria, pero eso no debería ser un obstáculo insuperable. La compra de bonos del BCE ya ha difuminado los límites. Además, insistir en un pago conforme al valor paritario socavaría la estabilidad financiera, algo que el BCE tiene el deber de preservar.

Si el BCE accede, la eurozona y el FMI podrían argumentar que la deuda de Grecia es soportable, y así justificar el segundo rescate. La posibilidad de alcanzar la cifra arbitraria del 120% puede que no baste para impedir que Grecia descarrile en el futuro. Pero serviría para que la eurozona -y el BCE- ganen tiempo para prepararse para afrontar las repercusiones. -

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