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COPA DEL REY | Vuelta de los cuartos de final

La mejor manera de aprovechar a Özil

El alemán fue clave en el gran partido del Real Madrid asociado a jugadores de toque, sobre todo a Kaká, con quien no había coincidido ni un minuto en los nueve clásicos anteriores

Diego Torres

Intervencionista por principio, José Mourinho ha ido cediendo a las presiones ambientales, a los pitos de una hinchada revuelta, y a los deseos de sus propios jugadores, empeñados en no acomplejarse ante el Barcelona. La manifestación más evidente del cambio es la utilización de Mesut Özil. Nunca a lo largo de los diez clásicos disputados hasta la fecha dispuso el alemán de tantos minutos para jugar. Nunca le acompañaron tantos jugadores con tan buen pie. Se lo permitió el entrenador, condicionado por unos acontecimientos que lo superaban. Özil respondió a lo grande. Como todo el equipo, exhibiendo una versión maravillosa a la vez que poco explorada. Su partido en el Camp Nou alumbra una nueva vía.

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Decían en la expedición madridista a Barcelona que Mourinho decidió no concentrar al equipo la noche antes del partido porque su mala relación con la mayoría de la plantilla había deteriorado el ambiente hasta extremos desconocidos por los más viejos de Valdebebas. La idea de viajar el día del partido fue saludada con entusiasmo. "Si pasábamos un día encerrados en el hotel acabábamos matándonos", comentó, medio en broma, medio en serio, un empleado del club. Entre los asuntos que más distanciaban al técnico de los futbolistas la manera de afrontar el partido ocupaba un lugar principal. Hartos de ejecutar órdenes tácticas que no producían resultados satisfactorios ante el Barcelona los jugadores demandaban otro modo de trabajar los partidos. Sostenían que con el trivote nunca le habían podido ganar al Barcelona en los 90 minutos reglamentarios.

El presidente, Florentino Pérez, se paseó por el hall del hotel Juan Carlos I haciéndose fotos y firmando autógrafos a los admiradores antes del partido. La tensión se palpaba en el aire, aunque el presidente la disimula bien. Había oído a Mourinho decir que la Copa importaba menos que las otras competiciones, hace un par de semanas, y le había molestado. Desde entonces se había esforzado por transmitirle al técnico que era imprescindible lograr una victoria. Según fuentes del club, el partido de la ida (1-2) le había enfadado mucho por el planteamiento.

Nunca antes habían coincidido Kaká y Özil en un clásico. Mourinho tuvo nueve ocasiones para juntarlos pero normalmente uno sustituyó al otro o, como en la ida de los cuartos de la Copa, permanecieron ambos en el banquillo. Ni un minuto se habían juntado contra el equipo azulgrana. El miércoles, la alineación de Özil y Kaká implicó un cambio de sistema y, sobre todo, de hombres, que agradó tanto al presidente como a los jugadores, deseosos desde hace tiempo de apretar al Barça con todos los recursos disponibles. En los días previos al partido los futbolistas comentaron entre ellos ese sentimiento compartido de impotencia: "¡Nunca hemos atacado al Barça con todo lo que tenemos!".

El empleo de Özil en los clásicos anteriores había sido tímido por parte de Mourinho. Le concedió 47 minutos en el 5-0 de 2010 en Liga, y en la vuelta en el Bernabéu sólo le hizo jugar 38 minutos. En las semifinales de Champions, en la ida el alemán disputó 46 minutos y en la vuelta fue suplente y participó media hora. En la final de Copa jugó 71 minutos. En la Liga, en diciembre, el técnico no le quiso alinear pero finalmente, según cuentan los jugadores, accedió a que jugara con la condición de que hiciera un trabajo defensivo análogo al de Khedira. Preocupado por enseñarle conceptos de medio centro, Mourinho le dedicó una parte de la charla táctica exclusivamente a él para explicarle cómo debía bajar a defender para ayudar a Lass y Xabi. El experimento no funcionó: Özil fue de los que más kilómetros recorrió pero sólo pudo robar un balón.

El clásico del miércoles recordó que la asociación mejora a los jugadores. Özil nunca había compartido titularidad con Kaká frente al Barcelona. En la segunda parte del partido, durante un rato, estuvo rodeado de Xabi, Granero, Kaká, Benzema y Cristiano. Con esa compañía dio más pases que nunca en un clásico: 35 entregas buenas. Mandó un balón al palo y asistió a Cristiano en el 2-1. Lo más sorprendente fue que hasta defendió mejor que las otras veces: robó cinco balones. Demostración empírica de que, cuando los equipos tienen más la pelota se organizan mejor para recuperarla. Con Özil y Kaká por el eje a Busquets y los centrocampistas azulgrana se les multiplicó el trabajo. Esta vez no se dedicaron solo al rondo, sino que tuvieron más tajo que nunca.

Özil y Messi pugnan por el balón.
Özil y Messi pugnan por el balón.PEDRO ARMESTRE (AFP)

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.
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