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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Cómicos en combate

Ricardo de Querol

Los artistas de la zeja fueron criticados por su cercanía al poder socialista. En Estados Unidos, la primera línea de resistencia a una derecha echada al monte son los cómicos. Uno de esos humoristas corrosivos, Stephen Colbert, conductor de un breve programa diario (The Colbert Report, en España en Canal+Xtra), ha dado el paso de presentarse a las primarias republicanas, como antes a otras. Este fin de semana competía en Carolina del Sur.

Colbert es personaje antes que actor. Comparte canal (Comedy Central) con el popular Jon Stewart, demócrata sin disimulo y abogado de todas las causas progresistas (allí las llaman liberales). El papel de Colbert es parodiar el conservadurismo cerril, tan bien que a ratos parece creérselo. El tesorero de la campaña del carca Colbert fue el rojo Stewart. Era todo una bufonada, claro, pero ha agitado un interesante debate sobre la opaca financiación de las carreras políticas. Esa nueva derecha del té que detesta al Estado y discute la ciencia tiene otros azotes televisivos. En la tertulia de Bill Maher (Real Time with..., también en C+Xtra) no se pierde la sonrisa, pero sí la cortesía. Maher dice cosas así: "Los republicanos se han dado cuenta de que No Romney es aun más gilipollas que Romney".

Andan sobrados los anglosajones de sentido del humor -no como los españoles, tan dados a enfadarnos- para permitir esos excesos. Si es divertido e inteligente, no es insultante. Que se lo digan a Charlie Sheen, sometido a una provocadora terapia en la que los cómicos se burlaban en su cara de su pasado de adicto y maltratador. Lo encajó. Igual que los políticos norteamericanos están acostumbrados a aguantar crueles parodias en el plató de programas como Saturday Night Live (C+Comedia y C+1).

En España hay cantera de humoristas (El club de la comedia, Paramont Comedy), pero la susceptibilidad no favorece una sátira política tan mordaz. Teníamos a Buenafuente y se retiró con su tropa. No se consolidó Eva Hache. Seguimos añorando el Guiñol. Hay chispazos de Vaya semanita (ETB). Y nos queda el Gran Wyoming, que ha puesto a su audiencia a cantar Resistiré en El Intermedio (La Sexta). Monzón ya resistió seis de los ocho años de aznarismo desde el Caiga quien caiga. Está curtido en la trinchera. Pero muy solo.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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