_
_
_
_
Reportaje:escenarios

Para ser buena esposa déjele hablar primero

"Déjale hablar primero; sus temas de conversación son más importantes que los tuyos. No lo satures con problemas insignificantes". Esto no es un chiste, es un extracto del Manual para la buena esposa, creado durante los años de la dictadura franquista por la Sección Femenina, la rama de mujeres que militaba en la Falange Española. El teatro Lara acoge, desde ayer y de forma indefinida, una obra en clave de humor que tiene por título el nombre de esa guía.

El manual de la buena esposa, dirigida por Quino Falero, se forma con 12 textos de seis guionistas -Miguel del Arco, Alfredo Sanzol, Yolanda García Serrano, Verónica Fernández, Ana Costa y Juan Carlos Rubio- que cuentan la educación que recibía la mujer entre 1937 y 1977, a cargo de la Sección Femenina. "La mujer debía ser invisible", manifiesta Falero. "Llevamos un año trabajando y cuanto más leo, más me asombro. Es una historia para contar".

La obra está basada en hechos reales, documentada con artículos, tesis y entrevistas con mujeres que vivieron la época. Falero opina que aún no se ha hecho la labor de reírse de ese periodo y que es necesario para borrar el pasado y caminar hacia el futuro. Pensó que el único modo de contarlo era a través de la comedia, "con cuidado y sin frivolizar".

"El sentido del humor nos permite librarnos de las emociones negativas y, al mismo tiempo, tratar en serio el tremendo retraso que supuso para nuestra sociedad que las mujeres representaran un papel secundario", relata.

Tres actrices, Llum Barrera, Mariola Fuentes y Natalia Hernández, interpretan a esas mujeres reprimidas, tanto las que tendían a rebelarse como a las que apoyaban el ideario del régimen. Sus personajes incluyen mujeres de todas las edades y condiciones, desde niñas inquietas por el futuro en plena Guerra Civil, hasta jóvenes preocupadas por la sexualidad con la dictadura ya consolidada.

Falero cuenta que hizo un ensayo general en el teatro frente a amigos y familiares. Al terminar, una mujer de unos 75 años le comentó lo mucho que se había reído, pero también reconoció que algunas partes le habían dado escalofríos. Los recuerdos todavía duelen. Otra de las espectadoras, una joven de entre 20 y 25 años, le pidió al director que dijera en algún momento de la obra que todo eso pasó de verdad. "Muchos de mi generación no saben nada de esto", le contó.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

La lucha por la igualdad todavía sigue y esta obra permite conocer un pasado no tan lejano. La mujer ya no es invisible, pero el camino no ha terminado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_