Mujeres sobradamente desesperadas
1 "Te dices a ti misma: ok, he usado este bolso de Gucci, ha sido mío por un rato, lo he usado ¿y qué? ¿soy mejor persona? No, Gucci no me hace ser mejor persona. Si estamos Sara Carbonero y yo paradas en un semáforo, yo con mi Gucci y ella con una bolsa del Dir, ¿a quién van a mirar más? ¿Gucci hace que mis amigos sean más felices? No, para nada, porque desean mi Gucci y no lo tienen. ¿Gucci va a hacer que no esté jodida cuando tengo una caries? No, Gucci pasa de mi dentadura. Si un ladrón quiere robarme, ¿va a dejar de hacerlo si mi bolso es Gucci? No: el ladrón pensará que un Gucci contiene muchísimo dinero. El Gucci pone en peligro mi integridad física. Me quiero a mí misma, ergo Gucci se puede ir a tomar por culo". Lo que acaban de leer forma parte de una terapia antishopping y pertenece a uno de los mejores sketches de El año que viene será mejor. He empezado por este pasaje para atrapar su atención y para que vean el tipo de humor de las autoras (Marta Buchaca, Carol López, Mercè Sarrias, Victòria Szpunberg) que han cocinado este espectáculo, un éxito grande, con renovadas prórrogas, en la Villarroel barcelonesa, y que cuando lean estas líneas estará ya en el Bellas Artes. ¿Humor de yuppies, a lo Sexo en Nueva York? No, no crean. Ahí va otro fragmento memorable: "Hola, soy Esperanza Ramírez, tengo tres doctorados: Filosofía y Letras, Literatura Comparada y Nanotecnología Aplicada. Mi tesis está basada en un proyecto que pretende englobar todos los países de Latinoamérica, llegando al denominador común de la raíz inca que forma nuestro sustrato sociocultural, y es por todo eso que creo ser la persona adecuada para cuidar de sus dos chamacos". Ese es uno de los episodios más feroces, una entrevista múltiple en la que las protagonistas intentan conseguir un trabajo "de lo que sea" y de donde saldrán convertidas en maniquíes humanos, contratadas para permanecer inmóviles en un escaparate. El año que viene será mejor galopa a caballo entre las Mujeres alteradas de Maitena y el modelo dramático que más o menos patentaron hará casi veinte años las T de Teatre con Homes!, solo que ahora a estas mujeres se les ha echado el tiempo y la crisis encima, como a casi todo el mundo, y el trasfondo es mucho más ácido porque todo está más negro. El espectáculo cuenta (a ráfagas, a chispazos, en collage, y dirigido con mucho brío por Mercè Vila Godoy) las historias de estas treintañeras que quieren cambiar de trabajo, de piso, de vida, de todo; que quieren volver atrás o saltar hacia un mañana menos incierto; que se conformarían con una aventura ocasional "en un hotel de no menos de tres estrellas". Mujeres hartas de que los chicos de 20 les llamen "señora" y los de su edad "muñeca"; hartas de las madres que llevan la ecografía de sus hijos en el móvil, y de tener que pagar la cena entre todos cuando ellas solo han tomado una ensalada y una cerveza para no gastar; hartas de tener que salir a ligar los sábados por la noche, hartas de los que dicen que van a llamar y no llaman, y de los que dicen "no soy tú, soy yo"; y de que las dejen por mail, por mensaje en el contestador o incluso por post-it.
Uno de los episodios más feroces es una entrevista múltiple en la que las protagonistas intentan conseguir un trabajo "de lo que sea" Predomina un gran sentido del 'timing' de comedia, un gran oído para lo coloquial, y, cosa infrecuente, una gran intuición
El truco, por supuesto, consiste en reírse antes, con una gran carcajada negra y desde el mismísimo principio, desde el origen literal. En El tren de la vida, el sketch que abre la función, una funcionaria del más allá comunica a una de las protagonistas que su porvenir está férreamente determinado porque sus padres pagaron por una vida de oferta: "Cajera de supermercado, una relación tonta, y mucha masturbación. Una vejez rodeada de gatos. Gatos negros. El bingo será su única alegría pero también su ruina. ¡Siguiente!". No todos los episodios tienen la pegada de El bolso de Gucci, El tren de la vida o la múltiple entrevista de trabajo. Hay caídas en la trivialidad, y un sketch, el de las dos cubanas, prescindible, a mi juicio, por estereotípico, pero predomina un gran sentido del timing de comedia, un gran oído para lo coloquial, y, cosa infrecuente en nuestro teatro, una gran intuición: si el espectáculo ha funcionado como ha funcionado (y como imagino que funcionará en Madrid y en gira) es porque este equipo ha sabido conectar con el público y darle, desde el aquí y el ahora, algo que deseaban escuchar en un escenario, algo que va más allá (por gracia, por arquitectura) de los consabidos monólogos estilo Mujeres.com que tanto proliferaron, hasta la fatiga, hará unos años. Tampoco importa demasiado que hacia la mitad el interés languidezca un tanto porque cierran en beauté con otra perla, desoladora y divertidísima: el fragmento Vanessa quiere volver con su ex (al que dejó "porque creía que podría encontrar algo mejor y resultó que no"), donde la narradora pasa sulfúrica revista a su vida sentimental, y las amigas aconsejan y comparten cuitas. Neus Bernaus, Mireia Pàmies y Vanessa Segura son tres actrices muy eficaces y que en ocasiones rozan la excelencia, pero la que me ha robado el corazón (y me ha partido el pecho) es Alba Florejachs, un verdadero ciclón cómico, una actriz formada en Cuba, con muchas horas de vuelo en salas alternativas, con grandes dotes físicas y de improvisación y una muy alta dosis de verdad. Cuando ella está en escena sube el voltaje y no puedes quitarle los ojos de encima. Ah, y canta muy bien (ahí queda su formidable versión de All of Me), y sabe hacer el puente, y morirse a cámara lenta. Si quieren saber lo que es una verdadera "actora anzuelada", corran a verla: no aparece una cómica de ese calibre todos los días.
2 Apunten algunos estrenos: el día 12, Jordi Casanovas dirige en el Flyhard barcelonés la versión original de Burundanga, de Galcerán, ya presentada en Temporada Alta, con su compañía habitual y Carles Canut como estrella invitada. El día 14, Pedro Casablanc lleva Josef K, torturado a la pequeña del Español. El día 19, Animalario lleva El montaplatos, de Pinter, al Matadero, con Alberto San Juan y Willy Toledo. El día 20, David Selvas dirige Hedda Gabler en el Lliure, con Laila Marull, y Lluís Homar firma Luces de bohemia en el María Guerrero. No pasaremos hambre.
El año que viene será mejor, de Marta Buchaca, Carol López, Mercè Sarrias y Victòria Szpunberg. Dirección de Mercè Vila Godoy. Intérpretes: Neus Bernaus, Alba Florejachs, Mireia Pàmies y Vanessa Segura. Teatro Bellas Artes. Madrid. www.teatrobellasartes.es.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.