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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Monstruos, parásitos y enfermos de amor

He aquí una soberbia colección de relatos para aquellos cansados de la constante revisión, o malversación, que muchos andamos perpetrando sobre el luminoso mundo de las criaturas de la noche. Sangre de la fuente original, podría decirse, o al menos de las más originales y acertadas recreaciones de las viejas leyendas populares vampíricas y fantasmagóricas previas a la fijación del mito por parte de Bram Stoker. Nada es realmente original en el mundo de los no muertos, y así muchos de estos cuentos coinciden en sus tramas pero, y he aquí el placer para el lector, todos están sujetos por la mano firme de sus dispares y prodigiosas escrituras. Lo que en Arthur Conan Doyle es el retrato de una obsesión de amor, una pasión destructiva, aparentemente no deseada, inducida, aunque no esté claro en la delicada ambigüedad de la narración por quién, si por la supuesta víctima o por el supuesto verdugo, en el humor caprichoso y desternillante de Gógol, la relación entre el monstruo y su víctima se convierte en un retrato pintoresco, alegre y asombroso de las costumbres y las gentes de Ucrania. Si en el primero, la posesión toma rango de locura y desdoblamiento de la personalidad, a la estela del Jekyll y Hyde de Stevenson, en el segundo, la supuesta bruja (no se sabe si vampira), tiene la extravagante manía de subirse a hombros de un pobre seminarista borrachín para cabalgar por el bosque, dentro de una hilarante sucesión de acontecimientos aterradoramente divertidos, aderezados con vodka y canciones, cocinados con la exquisita e irrepetible espontaneidad de Gógol. Son sólo dos de los más encantadores de estos once textos que encabezan en una certera edición los versos de Baudelaire y Lord Byron. Todos los aquí reunidos son escritores de auténtico fuste, es decir, de nervio, sustancia y entidad, y con la posible excepción del desafortunado Polidori, que fue vampirizado por el propio Byron y aplastado por otro monstruo, el Frankenstein de Mary Shelley, todos nombres capitales de entre lo mejor que ha dado la literatura del XIX y sus relatos así lo atestiguan. Hay que decir que el cuento de John William Polidori se faja perfectamente con tan abrumadores contendientes, lo cual hace pensar que este hombre tuvo poca o ninguna suerte en sus correrías literarias. Por lo demás, Dumas aporta otra lección de la mejor literatura de aventuras desesperadamente romántica, con bandidos y príncipes sanguinarios y apuestos hermanos en disputa por una amada tal vez no tan inocente como ella quisiera hacernos creer. Ernst Theodor Amadeus Hoffmann sin una palabra más alta que la otra relata una leyenda exagerada, gore y carnal, precursora de las sanguinarias películas de zombis que tanto abundan y gustan hoy en día. Más sorprendente aún resulta el hermosísimo cuento del maestro Maupassant que más que vampírico parece en ocasiones de ciencia ficción íntima, si es que existe tal categoría. En él, Maupassant, en forma de elegante diario, nos narra las tribulaciones de un hombre que se atreve a suspirar por otros mundos y otros seres para terminar, cómo no, devorado por sus fantasías. Otra brillante sorpresa para aquellos que no conozcan los generosos y amplios límites del género es el relato de Poe que se adentra en lo más profundo del alma para construir el retrato de una enfermedad tan similar a la vida que resulta aterrador. Nada me extrañaría que el Arrebato de Ivan Zulueta hubiese bebido muy acertadamente de esta fuente. Bello y elegante el poema de Baudelaire y bello y arrogante, como no podía ser de otra forma, el de Lord Byron. Théophile Gautier y su Muerta enamorada es un juicioso aviso para todos aquellos que hayan caído alguna vez en la tentación de amar apasionadamente, escrito con desarmante dulzura. Por último, la seminal Carmilla de Le Fanu, madre reconocida del mismísimo Drácula y seguramente el texto más conocido de la antología. En fin, todo un festín. Quienes quieran disfrutar de la mejor literatura y de muy diferentes formas de aterrorizar sus noches en vela, difícilmente encontrarán un volumen más apropiado que esta colección de monstruos, parásitos y enfermos de amor.

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