El Sevilla tropieza con Soldado
Un gol del delantero le basta al Valencia ante un adversario que peleó hasta el fin
El Valencia impuso la jerarquía que ejerce en la Liga para pasar a los cuartos de final de la Copa. Fue el resultado de una eliminatoria igualada y de un encuentro de vuelta lleno de alternativas en el que los de Emery supieron sufrir primero y golpear después, de la mano de Soldado, para seguir adelante. El Sevilla lo intentó siempre, pero en el cómputo global fue inferior a un Valencia más hecho. Mientras tuvo gas, incordió. Entonces le faltó eficacia. Peleó hasta el final e incluso Kanouté, en el último suspiro, estuvo a punto de dar la vuelta a la eliminatoria.
Como si todo respondiera a un plan preconcebido, las fuertes palabras de Marcelino en la víspera del duelo tuvieron la virtud de espolear a unos futbolistas a los que el técnico situó en el centro de la diana. Activado y con chispa, en su versión más atacante y con Reyes al mando de las operaciones, el Sevilla encaró el partido con una vitalidad desconocida, derrochando la intensidad que se le reclamó en anteriores comparecencias. Activado por Navas, incansable y con arrestos para superar el doble marcaje de Alba y Mathieu, el Sevilla rebajó al Valencia a una conducta contemplativa. Marcelino, acorralado, tiró de artillería: Navas, Trochowski, Reyes, Manu del Moral y Negredo tocaron a rebato. Solo reservó a Kanouté.
SEVILLA 2 - VALENCIA 1
Sevilla: Varas; Cáceres; Spahic, Fazio, Fernando Navarro (Kanouté, m. 71); Medel; Navas, Reyes, Trochowski (Rakitic, m. 63), Manul (Perotti, m. 64); y Negredo. No utilizados: Julián; Coke, Escudé y Campaña.
Valencia: Diego Alves; Miguel, Rami, Víctor Ruiz, Mathieu; Albelda, Banega (Parejo, m. 76); Feghouli (Pablo Hernández, m. 83), Jonas (Tino Costa, m. 68), Jordi Alba; y Soldado. No utilizados: Guaita; Bruno, Topal y Aduriz.
Goles: 0-1. M. 66. Soldado. 1-1. M. 69. Rakitic. 2-1. M. 91. Víctor Ruiz, en propia puerta.
Árbitro: Teixeira Vitienes. Amonestó a Miguel, Fernando Navarro, Albelda, Rami, Mathieu, Cáceres, Rakitic, Alba y Alves.
Unos 25.000 espectadores en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán.
Las fuertes palabras de Marcelino en la víspera espolearon a los sevillistas
Los de Emery respondieron con una gran actuación de Diego Alves
La actitud dominadora de los locales chocó con la habitual estampa del Valencia en Nervión en las últimas temporadas. Un equipo apocado, confiado a su defensa y sin personalidad, aparentemente, para jugar sin complejos y con la identidad de un equipo grande. No hubo color en unos primeros minutos en los que el Sevilla voló. El Valencia, entonces, encontró refugio en su portero. Alves evitó el gol andaluz en tres ocasiones a disparos de Navas, dos veces, y en otra mano providencial ante el regate en seco de Negredo a Rami. Todavía el delantero madrileño, dirimiendo su particular duelo con Soldado, se inventó otra jugada de clase para que su centro al área acabara en el palo después de un toque de Rami. Emery, impasible, asistía al ciclón sevillista, un arranque de furia que, sin embargo, no tuvo la virtud básica de hincar el diente a su rival.
Aprobado de sobra en juego y carácter, el Sevilla erró en la principal misión del fútbol. Bastó una soberbia conducción de Banega para que el Valencia despertara de su hechizo. Había escapado del asedio. Albelda comenzó a tapar los caminos a Reyes y Soldado decidió que ya era hora de mostrar a Vicente del Bosque, en el palco junto a Ángel María Villar, que también desea saborear la gloria de la Eurocopa. El delantero se inventó un disparo de 30 metros que Varas salvó de forma milagrosa. No contento con la estirada, el meta voló ante otro envenenado recado de Jonas. Los golpes del Valencia no se tradujeron en gol, pero rebajaron el ímpetu del Sevilla, algo cascado.
Más centrado, con Banega adelantando unos metros su posición para desconcertar a Medel junto a Jonas, el Valencia se movió con más entereza, madurando las jugadas en vez de utilizar el despeje como único argumento. Desconcertado, el Sevilla se achicó. La última combinación de la primera mitad, fantástica, dejó a Jonas en un remate franco de cabeza ante Varas. El brasileño erró un gol cantado. En el guion del partido, hasta entonces, brillaban los porteros, se repartían de forma democrática las alternativas en el juego y erraban los delanteros. La Copa, en estado puro.
El Sevilla no volvió a ser el de la primera media hora. El paso de los minutos asentó a un Valencia cada vez más sereno, consciente de que el paso de los minutos alborotaba las neuronas de los jugadores locales. El gol de Jonas en la ida se convirtió en un tesoro a la par que el ímpetu andaluz moría en las bocanadas que daba Reyes, asfixiado. La solución en el Sevilla solo respondía a un nombre, Kanouté, o a un milagroso balón parado. Marcelino dio opción al africano muy tarde y fue Soldado, rápido y letal, el que batió a Varas tras un espléndido pase de Jonas.
Herido de muerte, el Sevilla respondió en un estertor con el gol de Rakitic. Entonces entró Kanouté. El gol en propia puerta de Víctor Ruiz, en el descuento, dio emoción a los últimos instantes del partido. La emoción para el Sevilla pudo dispararse cuando Kanouté estuvo a punto de hacer el tercero.
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