El señor de todos los balones

Hecho un pincel, con un traje de Neil Barret, acompañado de sus padres y su hermano Alex, Xavi acudió ayer a Zúrich dispuesto "a disfrutar". Y eso hizo. "Como un niño pequeño", aclaró.

De nuevo en la pomada, Xavi volvió a sentirse feliz entre los más grandes futbolistas por cuarto curso consecutivo, aunque volvió a ganar Messi, que le dedicó su tercer Balón de Oro. "Con esas palabras me siento el hombre más feliz del mundo", dijo.

Suficiente para el ego de un futbolista que no pide más que un balón para ser feliz, aunque no sea de oro. Será porque es consciente de que, para decir lo que dijo, Leo peleó contra su timidez: "No me lo esperaba. Le cuesta expresar sus sentimientos. Estoy muy agradecido. Ha sido un detalle inmenso. Lo que ha hecho vale más que cualquier premio".

Dice Xavi que su fútbol no tiene sentido sin el equipo. No miente. Como ningún otro, juega para hacer jugar a sus compañeros en el Barcelona. "Sin él, yo no podría lucirme", le reconoció el propio Messi, que por segundo año le impidió subir al escenario. A diferencia del pasado, cuando, tras ganar el Mundial con España, atisbó alguna posibilidad de ser elegido el mejor, Xavi lo tenía claro. "Entonces tenía alguna posibilidad; ahora, no. Es superjusto que gane Messi porque es el mejor y será el mejor de la historia".

"Leo y yo nos hacemos buenos mutuamente", concluyó Xavi; "sin el resto de los compañeros, no seríamos tan fuertes. Pero él marca la diferencia".