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Reportaje:

Una tradición de altura

Algemesí celebra la declaración de su fiesta como patrimonio de la humanidad

Cristina Vázquez

Algemesí recuperó ayer, fuera de calendario, su tradición más barroca. Miles de personas se acercaron hasta la plaza Mayor y la basílica de Sant Jaume para celebrar la declaración de la Festa de la Mare de Déu de la Salut como patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco. La organización internacional distingue a las fiestas de Algemesí como antes ya lo hiciera con el Misteri d'Elx y el Tribunal de les Aigües.

"Es una fiesta muy sentida por todo el pueblo", explicaba Puri, vestida de riguroso domingo, y poniendo énfasis en las veces que Alzira intentó quedarse, sin éxito, con la imagen de la virgen aparecida en Algemesí allá por 1247. La procesión, los bailes y la fiesta distinguida ahora es de finales del siglo XVII.

Fabra destaca que el reconocimiento es fruto del esfuerzo "de generaciones"

En la plaza, un colorido y nutrido grupo de vecinos bailaron las danzas de los Bastonets, las Pastoretes y la Carxofa. Pero los símbolos más singulares de esta fiesta son los Tornejants (con una coreografía de origen guerrero) y la Muixeranga, característica por el atuendo de sus miembros, de tela recia y a rayas, imitando el estampado de las antiguas fundas de colchón. De fondo, una música de dolçaina y tabalet considerada himno.

En estas torres es tan importante estar abajo como arriba. Son un homenaje a la solidaridad, a la generosidad, al sentimiento de grupo -"sin piña (la base que soporta a todos los demás) no hay Muixeranga", explican los más veteranos-. Ayer estaban nerviosos. Era un día especial y sabían que se la jugaban. En la basílica, donde la torre se alza, se gira para saludar y se deshace ante el altar, el tiempo se congeló décimas de segundo cuando el niño que coronó uno de los dos pilares, perdió el equilibrio -la banderola que llevaba en la mano y debía desplegar se atascó- y cayó. El público lo animó con una cerrada ovación.

Del origen de estas torres hablaba orgulloso Paco Donderis, muixeranguer hace 30 años. "Hay muchas teorías, pero el llamado Baile de Valencianos se extendió a Cataluña -y de ahí surgieron los castellers-, cuando la gente del pueblo iba a la siega del arroz en Tarragona". Ahora, los castellers son como la NBA, reconoce Donderis por la increíble altura de sus torres, "y nosotros tenemos el aprecio de ser el antecedente". Y la que más riqueza de figuras conserva, apostillan otros compañeros. De hecho, cada año son invitados a esta fiesta, que se celebra el 7 y 8 de septiembre, castellers de toda Cataluña e incluso de Perpiñán.

Público y actores de la fiesta disfrutaron ayer como enanos. Con las figuras de la Muixeranga d'Algemesí, el grupo más antiguo, y de la Nova Muixeranga, a la que hace 15 años se incorporaron las mujeres. Conforme avanzaba la mañana dibujaron la trobada, la morera, los diferentes pilares, o la difícil Cinc en un peu, donde la piña se retira y uno solo aguanta unos instantes la torre. Arnau, de 14 años, lo vivió de un modo especial, pues trepa desde que tenía dos años.

Para Vicent García, alcalde de Algemesí, la jornada de ayer fue única. "Un día que no se volverá a repetir en la historia, aunque el día histórico fue el 28 de noviembre a las 03.30 de la mañana cuando nos notificaron que nuestra fiesta era patrimonio de la humanidad", dijo. A su lado, el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, destacó que la distinción recibida ha sido posible gracias al "esfuerzo de generaciones". Fabra defendió las raíces culturales de esta y otras tradiciones. "Solo sabiendo lo que somos, podemos llegar a donde queramos", añadió.

A la comitiva se sumaron, entre otros, el presidente de las Cortes Valencianas, Juan Cotino; la consejera de Cultura, Lola Johnson; el diputado de EU en las Cortes, Ignacio Blanco, y el diputado nacional de Compromís, Joan Baldoví.

La Muixeranga d'Algemesí, ayer, dentro de la basílica de Sant Jaume.
La Muixeranga d'Algemesí, ayer, dentro de la basílica de Sant Jaume.MÒNICA TORRES

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Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

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