Todos contra Mata

Moderadamente optimista, el Valencia aterrizó ayer en Londres con el equipaje de las grandes citas: viejas glorias como Subirats o Fernando Gómez, dos antiguos 10 en labores periodísticas; la alcaldesa, Rita Barberá, con una bufanda del equipo, y más de 300 aficionados que hoy, en Stamford Bridge, llegarán a ser 1.700. El Valencia necesita como mínimo empatar a uno con el Chelsea para pasar a los octavos de final.

La manera de lograrlo es evitar que uno de sus hijos predilectos, Mata, en estado de gracia desde su llegada al Chelsea (cuatro tantos y siete pases de gol), sea su verdugo. "Mata es muy difícil de marcar", analiza el director deportivo valencianista, Braulio Vázquez, "porque se mete en zonas de nadie. Ni lo puede coger Bruno porque no es extremo ni Rami [central] porque no es delantero centro".

El Chelsea no pasa por su mejor momento, apeado de la Copa de la Liga (Carling Cup) y alejado del líder en la Premier, en proceso de transformación de su estilo clásico de juego directo a uno más asociativo, según pretende su entrenador, el portugués André Villas-Boas. En su idea de rejuvenecer al equipo, han salido ganando el veloz extremo Sturridge y el mediocentro Oriol Romeu, procedente de La Masía, que ha dado más pausa a los blues. En la delantera, Drogba ha arrebatado la titularidad a un Torres con pocos minutos en los últimos encuentros. El duelo de Rami, otro portento físico, con el veterano costamarfileño promete.

Por el contrario, el Valencia llega en un estado óptimo. Soldado suma 29 goles en 2011, récord valencianista en un año natural: uno más de los logrados por Villa en 2009, Kempes en 1977 y Badenes en 1951, según publicó Superdeporte. El capitán, Albelda, acompañado excepcionalmente en Londres por sus padres y su esposa, vive a los 34 años una segunda juventud. Y Tino Costa, desde el mediocentro, bombardea la meta rival con facilidad. Su excelente golpeo alimenta las posibilidades de resolver la cita en una jugada de estrategia.

Para el entrenador, Unai Emery, también es un reto superar una barrera psicológica infranqueable en sus tres años al frente del Valencia, la de pasar una gran eliminatoria.