La banca y el año luz
Las grandes cifras siempre son difíciles de imaginar. La Comisión Europea ha elevado hasta 1,6 billones de euros el dinero que los gobiernos del Viejo Continente han inyectado en ayudas públicas a la banca entre 2008-2010. ¿Es mucho? Seguro que sí, pero cuesta trabajo hacerse una idea. Si cada moneda de un euro pesa 7,5 gramos, el dinero inyectado a la banca en calderilla hubiera pesado 12 millones de toneladas. Uno de los camiones más grandes que existen son los utilizados para la minería, con una capacidad de hasta 200 toneladas. Si los Estados hubieran tenido que entregar el dinero en sacas de un euro, para transportarlas habrían necesitado 60.000 camiones de estas características. Con 1,6 billones de euros se pagan en España 2.496 millones de salarios mínimos interprofesionales, lo que dividido entre 4,5 millones de parados les garantiza el cobro durante 46 años seguidos. Sigue siendo difícil de entender, e igual resulta más claro explicarlo con una medida de tiempo.
Si la banca europea decidiera devolver este dinero a los gobiernos que se lo han prestado de una manera que podría tildarse de razonable, un euro por segundo, se precisaría 50.735 años para liquidar el préstamo. O sea, más que nuestra historia relatada: 500 siglos.
Los grandes números, por sí solos son difíciles de entender. Pensemos cuánto espacio ocuparía tantas monedas juntas. El euro tiene 22,3 milímetros de diámetro, por lo que si pusiéramos en una línea imaginaria 1,6 billones de euros uno detrás de otro alcanzaríamos la friolera de 35 millones de kilómetros. A España y Australia, que son antípodas, nos separa algo más de 16.000 kilómetros. Con el dinero prestado a la banca, colocado en línea, podríamos realizar 2.200 filas de monedas de un euro entre ambos países. O si lo quieren, es más gráfico todavía: los euros en fila darían 1.100 veces la vuelta a la tierra.
Imaginemos que entramos en una inmobiliaria a gastarnos 1,6 billones de euros. Se trata de una urbanización de casas adosadas con un precio de 200.000 euros cada una. La propuesta al vendedor sería más o menos así: "Vengo a comprarle 8 millones de casas".
Pero dejemos de poner ejemplos curiosos y vamos a entrar en una materia más delicada. En el mundo 1.000 millones de personas pasan hambre, de los que unos 25.000 mueren cada día por no tener nada que echarse a la boca. Cada seis segundos fallece un niño por desnutrición. ¿Cuánto costaría erradicar el hambre en el mundo? Según la FAO, apenas 30.000 millones de dólares al año. O sea, unos 22.200 millones de euros. Con la ayuda de los Gobiernos a la banca europea, se estaría en condiciones de resolver la hambruna en el mundo durante 72 años y medio.
¿Cuánto es realmente un billón seiscientos mil millones de euros? Medido en distancia ética, o sea en la distancia que separa a los ciudadanos con sus gobernantes, casi una cuarta parte de un año luz. La velocidad de la luz alcanza los 300.000 kilómetros por segundo, o sea 9 billones de kilómetros al año. Quizás este parámetro, el año luz ético, como distancia entre el mundo económico y la realidad de los ciudadanos europeos, es la mejor manera de imaginar lo que supone este despropósito.
Para este ejercicio de comparaciones me he servido de Adrián Paenza, un argentino que escribió un libro titulado Matemáticas... ¿Estás ahí? En él cuenta una anécdota entre Einstein y Poincaré. El primero le dice que empezó con las matemáticas, pero se pasó a la física: "Si bien las matemáticas me permitían conocer cuáles afirmaciones era ciertas y cuáles falsas, no me permitían discernir sobre las que eran importantes". Y Poincaré, que se inició en la física pero acabó en las matemáticas, le respondió: "Si bien yo podía saber cuáles era las importantes y cuáles las triviales, mi problema es que nunca podía certificar las que eran ciertas".
Ese es nuestro problema, que no hay nadie ahora en el mundo capaz de discernir ni sobre las cosas ciertas y ni sobre las importantes.
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