El Atlético tiene contragolpe
El equipo de Manzano, impulsado por Reye, toca menos y golpea más ante el Rayo
Desde bien pronto, sin importar el frío ni la humedad inherente al Manzanares, los aledaños del Calderón eran riadas, serpientes de color, más que nada rojas y blancas, banderas que defienden el Atlético y el Rayo. No había hueco alguno para el coche, al menos hueco legal. Tampoco le importó a la policía, que hizo la vista gorda hasta pasado el encuentro, cuando empezó a sacar la libreta de las multas.
Tráfico terrible por las calles, las carreteras y, por contagio, el césped. Al menos, eso le pareció al Atlético, habitual gobernador de los duelos, que se quedó sin su argumento, sin su pelota. Así se lo exigió el Rayo, gallardo, definido en campo ajeno, presión avanzada. Pero, al tiempo, descosido en la zaga, despreocupado al no echar la vista al retrovisor a tiempo. Lo aprovechó el Atlético, que descubrió el contragolpe; que su fútbol de toque, un tanto rococó, no siempre funciona; que más vale tener pegada. No danzó el Atlético alrededor de la pelota porque no la tuvo. Sin Turan, sancionado, evidenció que no le basta con Diego para tejer el fútbol. El 22 es un genio del último pase, un desahogo en caso de entuerto. Pero se le resiste el toque horizontal, descargar el juego a las zonas menos transitadas, oxigenar el fútbol. Entre otras razones, porque se alimenta del jolgorio de la grada y siempre busca lo más complicado, la asistencia definitiva para el aplauso del público. Y lo tiene. "¡Diego, Diego!", retumbó el Calderón cuando Manzano le cambió. Una sustitución festejada. Lo contrario a la de Reyes, punto de desavenencia entre la hinchada y el técnico de difícil resolución.
ATLÉTICO 3 - RAYO VALLECANO 1
Atlético: Asenjo; Perea, Miranda, Domínguez, Filipe Luis; Gabi, Mario Suárez; Reyes (Salvio, m. 70), Diego (Adrián, m. 87), Koke (Pizzi, m. 46); y Falcao. No utilizados: Joel; Antonio López, Assunção y Juanfran.
Rayo Vallecano: Cobeño; Tito (Pacheco, m. 70), Arribas, Figueras, Casado; Movilla (Míchel, m. 84), Javi Fuego; Lass (Koke, m. 74), Michu, Piti; y Tamudo. No utilizados: Dani Giménez; Labaka, C. García y Delibasic.
Goles: 1-0. M. 25. Gabi, a pase de Falcao. 2-0. M. 73. Falcao cabecea en plancha un centro de Diego. 3-0. M. 91. Salvio, a pase de Gabi. 3-1. M. 93. Gabi, en propia puerta.
Árbitro: Clos Gómez. Amonestó a Tito, Javi Fuego, Lass, Diego y Figueras.
Vicente Calderón: 45.000 espectadores.
El Calderón echó una buena bronca a Manzano por sustituir al extremo
Castigado durante 40 días, Reyes alegó gripe, resfriados y malestar general para echar un pulso al entrenador, que no le considera titular y menos imprescindible como pretende él. Pasada la penitencia, regresó como titular ante el Rayo y resultó capital. Sobre todo, porque era un partido que no reclamaba pausa, sino acelerones, contragolpes. Y nadie mejor que Reyes para catapultar al equipo, para armar una contra en un santiamén, aliado con Falcao. Era la rampa para llegar al gol y descomponer al Rayo.
Fue Reyes el que lanzó una carrera y un centro medido al punto de penalti que Falcao no supo finiquitar, fue Reyes el que tiró un pase que solo Cobeño acertó a leer antes de que acabara en gol del Tigre y fue Reyes el que enlazó con Falcao en la jugada del gol de Gabi, el primero. La guinda la pusieron después Falcao -en un remate en plancha bien plástico y efectivo- y Salvio, otras dos contras que acabaron en la red.
"La pegada ha sido suficiente para llevarnos el partido", convino Manzano. Sin embargo, él también se llevó la bronca del Calderón: sustituyó a Reyes y le dijeron de todo menos guapo. "¡Reyes, Reyes!", bramó el estadio. "Estoy muy satisfecho con su trabajo", explicó Manzano; "fue un cambio táctico. Ellos entraban por la banda y necesitábamos alguien como Salvio, que neutralizara el peligro". O, lo que es lo mismo: alguien que defendiera.
Cayó el Rayo con orgullo -"así jugamos y así seguiremos, hacia adelante", sostuvo Michu- y se lo reconoció su afición entonando a todo trapo el cántico de La vida pirata mientras los futbolistas no utilizados en el duelo daban unas vueltas al campo, un entrenamiento ligero. En el vestuario, el Atlético celebraba la victoria, por más que el Calderón tenga ojeriza a Manzano. Era la tercera consecutiva y se fraguó con un recurso hasta ahora desconocido, el contragolpe.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.