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Columna
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La culpa de Alemania. Toda no

La mayoría de las personas que pisamos por aquí no hemos conocido una guerra, una anomalía en la historia de la humanidad, pero empezamos a ver los efectos de algo parecido: miedo, ruina, vencedores y vencidos. En el futuro, cuando miremos atrás hablaremos de "la Crisis". "Eso fue antes de la Crisis".

Realmente lo que vivimos es la resituación de China, India, Brasil... en el mundo: "Hagan sitio y pasen para el fondo". La chispa que desencadenó la Crisis saltó en Wall Street, aunque la economía española era más vulnerable por estar levantada sobre cimientos falsos. Aunque sea el chivo expiatorio, echarle la culpa a Zapatero no basta para comprender lo que nos ocurre y ahora miramos con ansiedad a Europa. Pero también la integración europea se hizo sobre cimientos falsos: países dominantes como Francia y, sobre todo, Alemania, tuvieron interés en aceptar cuentas falsas a países que pedían integrarse en la Unión. Y Alemania, que había mantenido una visibilidad mínima, a pesar de haber conducido la integración de toda la Europa oriental exsoviética, ahora se muestra tal como es y se complace.

No será franquismo, pero vuelve la peineta y el puro en los toros. Que viva España, sin complejos

Angela Merkel es un personaje singular y no se le comprende fuera de la historia de Alemania, tiene la severa rigidez de un pastor protestante, de un burócrata soviético o de un oficinista prusiano; eso es bueno o malo, depende. Pero su ignorancia de la reciente historia europea es una seria carencia. Proviniendo de la República Democrática Alemana, no vivió el proceso de maduración europeo tras el alumbramiento del Mercado Común y la Unión. Cuando España entró en la Unión, Merkel aún vivía en otra época, la posguerra europea y la Guerra Fría. Es la líder menos indicada para dirigir este proceso de transformación de Europa, pero además expresa el momento que vive una Alemania, que de nuevo se cree su propia propaganda nacionalista, víctima esta vez de la gente bajita, morena y perezosa del Sur. Alemania es un país admirable en muchos sentidos, pero incapaz de salir de su inmensa soberbia, esa que le impide reconocer que su economía se está beneficiando de nuestra ruina y que no le interesan los eurobonos porque se está forrando con sus bonos propios.

Eso no quita la incapacidad nacional demostrada por Grecia, la irresponsabilidad italiana, el descaro económico irlandés o la frívola alegría del crecimiento económico español. El problema de España es nacional y los más lúcidos buscan las causas. El juez Garzón, por ejemplo, cree que "el franquismo todavía está vivo y latente". Si esto fuese así, desde luego España tendría un grave problema. Entonces, mejor que no le creamos.

El Valle de los Caídos, la tumba de Franco, se sigue anunciando en las carreteras pero es simplemente por atraer turismo. Hace unos días un grupo de jóvenes interrumpió en Madrid la presentación de un libro del actor Willy Toledo con gritos de "hijo de puta" y "que viva España". Pero eso es anecdótico, no eran fascistas, simplemente eran seguidores de la indicación de José Bono, que anima a gritar a voz en pecho por doquier el nombre de España, anima a ser españoles sin complejos, parafraseando a Aznar. Aznar, el que detectó a los que "ladran su rencor por las esquinas", citando literalmente a José Antonio Primo de Rivera. Pero no puede ser que todos esos sean franquistas, qué va. Al fin y al cabo, Bono, como Rosa Díez, estuvo a punto de ser secretario del PSOE; el partido de Francisco Vázquez, por otra parte. Debe de tratarse de otra cosa.

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Pero ¿y si tuviese razón Garzón? ¿Y si resultase que está ligada la continuidad de una economía especulativa, de ladrillo y corrupción, a la ideología profunda del franquismo? Santiago Bernabeu va ligado a la historia de la especulación y construcción del Madrid de la posguerra (lean las crónicas en su día de Cuco Cerecedo) y en los años de Aznar el Real Madrid dio su pelotazo urbanístico ("hay que ayudar al Madrid"). Pues ahora de nuevo se acaba de aprobar otro. Florentino Pérez, parasitismo del poder y especulación, representa el modelo económico castizo, y al final recuérdese la lucha por Endesa, es ese lobby el que se queda con la economía del Estado. Que una encuesta reciente refleje que los y las jóvenes españolas sean enormemente machistas refleja un aspecto de la ideología nacional dominante. Eso que expresa tanto la derecha rancia como la derecha pija cuando se refieren a las mujeres ministras: "las pajines", "las aídos"...Expresiones de puro desprecio a las mujeres en general. No es extraño que odien la paridad o a los homosexuales que no lo ocultan. No será franquismo, pero vuelve la peineta y el puro en los toros. Cospedal con su mantilla española cobra sus buenos sueldos y recorta los de los funcionarios, y Feijóo tiene que llamar al presidente del PP andaluz para saber lo que va a pasar con Galicia. Que viva España, sin complejos.

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