Di María saca el tapón
Las acciones individuales del atacante, con un gol y una asistencia, solucionan los problemas del Madrid ante la tenaz resistencia del Sporting
No había forma de destapar los conductos que llevaban a la portería del Sporting. Hasta que Di María se empeñó en una sucesión de acciones de audacia y precisión. La consecuencia fueron dos goles imprescindibles para matar un partido intempestivo y conservar un colchón de seguridad antes de la visita del Barça a Chamartín. Un alivio para los jugadores madridistas en los tiempos que corren.
El partido presentó un desafío para Mourinho, obligado por la baja de Alonso a reestructurar el centro del campo. Tenía dos alternativas. Una con Sahin, otra sin él. O lo que es lo mismo, con más precisión o con más imprecisión. Mourinho, coherente con su historial, desdeñó la circulación de balón y eligió el empuje. La consecuencia fue trascendental porque Sahin fue al banquillo y el equipo dio un giro más en su transformación hacia el ideal áspero y batallador que anhela su entrenador.
SPORTING 0 - REAL MADRID 3
Sporting: Juan Pablo; Damián, Botía, Gregory, Canella; Eguran, Nacho Cases; De las Cuevas, André Castro (Sangoy, m. 66), Trejo (Novo, m. 73); y Barral (Bilic, m. 78). No utilizados: Cuéllar; S. Álvarez, Rivera e Iván Hernández.
Real Madrid: Casillas; Coentrão, Sergio Ramos, Pepe, Marcelo; Khedira, Lass; Di María (Albiol, m. 74) , Özil (Kaká, m. 79), Cristiano; e Higuaín (Benzema, m. 75). No utilizados: Adán; Altintop, Sahin y Callejón.
Goles: 0-1. M. 33. Di María, apenas sin hueco. 0-2. M. 63. Cristiano, a pase de Di María. 0-3. M. 90. Marcelo.
Árbitro: Iturralde González. Expulsó a Rui Faría, ayudante de Mourinho (m. 18), por protestar una decisión arbitral desde el banquillo y a Eguren por doble tarjeta amarilla (m. 79). Amonestó a Barral, Nacho Cases, Coentrão, Di María, Callejón y Bilic.
Unos 23.000 espectadores en El Molinón.
Mourinho eligió empuje en lugar de circulación y juntó a Khedira y Lass
El Sporting apretó en su campo y el Madrid se abocó a un trabajo fatigoso para orientar las jugadas. Todo empezaba con Ramos oteando el horizonte sin advertir un hueco, un desmarque, un aliado fiable. La secuencia continuaba con un pase a Lass, que solo se ofrecía para devolverla a Pepe, que a su vez se la pasaba a Coentrão por falta de oferta. Predominaban los pases hacia atrás, y, finalmente, los pelotazos hacia adelante, donde intervenía algún defensa del Sporting, preeminentemente Botía, para despejar y dividir.
Mourinho tiene a Pepe y a Ramos, dos de los mejores centrales del mundo. Pero no se fía. Su ansia de seguridad le induce a rodearlos de figuras protectoras: es lo que mejor saben hacer Lass y Khedira. Sobre todo el alemán, que tiene orden de no intervenir en la creación más que para dar pases atrás o para descargar a las bandas. Con él, el Madrid pierde un hombre cuando ataca y esto se traduce en problemas frente a defensas cerradas.
Las posesiones se volvieron efímeras. Eguren mandó a Castro y Cases a presionar, como dos sabuesos, y de la presión que hicieron sobre la línea más creativa del rival se sucedieron una cadena de rechaces. La pelota no tuvo dueño durante un rato. Mejor dicho: solo tuvo uno cuando apareció Marcelo, seguramente el jugador más habilidoso del Madrid, capaz de desbordar con más frecuencia que nadie, siempre atrevido, siempre impredecible. Las incursiones de Marcelo neutralizaron a Trejo y dieron trabajo a Damián. Fueron como el torrente que erosiona la roca. Y fue una vía de escape para un Madrid sin ideas. La banda derecha del Sporting no tardó en agrietarse. A los 15 minutos se anticipó el futuro: Marcelo metió un centro raso y Di María lo empalmó de primera. Aquello fue un misil en zigzag. Lo despejó Juan Pablo con ayuda de Damián. Fue lo último bueno que hizo Damián antes de sufrir un episodio de extravío. La típica desconcentración. Esos minutos extraños en que la mente se nubla y es imposible prevenir el peligro.
El peligro se presentó cuando Di María resolvió cambiarse de banda con Cristiano. Si a Damián le había bastado con la energía para frenar a CR, no pudo con la insistencia de Di María, que le peleó una pelota hasta que se la quitó con un gesto repentino. No había salido del estupor Damián cuando el extremo argentino encaró la portería siguiendo la línea de fondo. Di María armó la zurda, y en lugar de centrar golpeó con el exterior. Juan Pablo actuó contra la norma y dio un paso al medio. Desprotegió su palo y la pelota se le metió por ahí. El gol fue esencial para destrabar el partido. Lo que el Madrid no consiguió trabajarse con juego lo logró Di María en una aventura individual. Un poco de astucia y una cadena de despropósitos defensivos del rival propiciaron el 0-1 para el Madrid.
Di María se apropió del partido. Lo viene haciendo últimamente. Empezó por una asistencia a Higuaín que acabó en gol anulado por fuera de juego, continuó con un gol propio, y se prolongó en la jugada que cerró el partido con el gol de Cristiano. Se inició con un saque de portería de Casillas que amortiguó el propio Di María antes de combinar con Özil y abrir la lata con un pase al área que pasó entre las piernas de Gregory. El desmarque de Cristiano fue un chispazo. Un toque para acomodar la pelota y un remate fuerte pegado al palo. Juan Pablo, por segunda vez, dio un paso hacia el lugar menos indicado.
Al filo del final Marcelo se unió a Benzema para burlar a la zaga del Sporting, que hacía agua sin el expulsado Eguren. El gol cayó como si fuera inevitable. Como suelen ser los goles de Marcelo. Con una maravillosa sencillez.
Otra 'víctima' para Cristiano
En el minuto 63, el Madrid sentenció el encuentro en Gijón al poner el 0-2 momentáneo en el marcador y Cristiano saldó una cuenta pendiente particular. El Sporting era uno de los tres equipos (junto a Betis y Levante) a los que el delantero portugués no había marcado en Liga, pero anoche se desquitó tras resolver con sutileza ante Juan Pablo una gran asistencia de Di María.
A pesar de haberse perdido algún entrenamiento durante la semana por un esguince en el tobillo izquierdo, Cristiano pisó con firmeza el césped asturiano y logró el que era su gol número 17 en Liga -en que luce la condición de pichichi de su equipo y de la competición- y permitía al Madrid prolongar su racha en El Molinón, donde ya suma 18 años sin conocer la derrota y siete partidos sin encajar un solo gol.
El conjunto de Mourinho es además el mejor visitante de la Liga con 19 puntos lejos del Bernabéu por nueve del Barça fuera del Camp Nou. Desde la pasada temporada, los blancos acumulan 19 victorias, cinco empates y tres derrotas a domicilio.
La estadística refrenda el estado de gracia que vive el Madrid. Desde que empataran a cero en Santander el pasado 21 de septiembre, los de Mourinho solo saben ganar: 14 victorias consecutivas -10 en Liga y cuatro en Liga de Campeones, donde es el único equipo que ha ganado todos sus encuentros- con 54 goles a favor. Si el próximo miércoles gana al Ajax, igualaría su récord histórico de triunfos consecutivos.
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