"En Europa hay ya un estilo de vida cosmopolita"
La Unión Europea ha determinado la biografía de la inglesa Katie Hudson. Además de para la BBC, trabajó durante años en proyectos de financiación comunitaria. Viajaba por toda Europa, de capital en capital, para investigar sobre el terreno las posibilidades de distribución de contenidos mediáticos por Internet. Hace cinco años que esta graduada en agronomía decidió pedir una excedencia y venirse a Berlín, donde se le ocurrió convertir "en un modo de vida un viejo hobby": hacer tartas y hornear bizcochos. Katie y su marido, Jim, terminaron por aparcar su antigua vida en Londres, establecerse en Berlín y fundar una empresa.
Según crecía la demanda de tartas, los Hudson decidieron abrir una cafetería anexa a la cocina. Ahora venden más de 300 tartas al mes. Además del café Hudson's en el corazón del barrio inmigrante de Kreuzberg, al sur de Berlín, los Hudson abrirán pronto una sucursal "muy pequeña" de su cafetería inglesa en el barrio acomodado de Charlottenburg, al oeste de la ciudad.
La agrónoma cogió una excedencia de su trabajo en Internet para hacer tartas
Esta no es la historia de unos emigrantes que se hicieron ricos vendiendo tartas, sino el retrato de un fenómeno europeo cada vez más común: menores de 40 años que se desplazan por la Unión Europea sin aspavientos y sin verdadera necesidad.
Una camarera lleva té y pastas a dos grupos de mujeres alemanas de mediana edad mientras, en la tercera mesa del local, Katie explica con modesta ironía por qué se quedaron en Berlín. "Los bizcochos que se vendían aquí eran demasiado malos". Su esposo compagina el trabajo en la empresa con la redacción de textos sobre arquitectura y la organización de guías arquitectónicas por la ciudad. Realizan todas sus actividades comerciales bajo el paraguas de Hudson's.
"Esto que hacemos sería imposible en Londres". Allí, el precio de los alquileres y los costes laborales harían muy complicado sobrevivir fabricando tartas artesanalmente. Buena conocedora del continente, Hudson, de 38 años, sostiene que "en Europa se ha desarrollado ya un estilo de vida cosmopolita" localizado en las grandes ciudades. "Las diferencias entre los estilos de vida de Berlín y Londres son menores que las diferencias entre Londres y algún pueblo pequeño de la campiña inglesa". En su narración no hay asomo del victimismo habitual entre los miles de españoles e italianos que de un tiempo a esta parte llegan a Berlín en avalancha. "Con los alemanes me entiendo bien, casi todos nuestros clientes son alemanes, muchos de ellos de ascendencia turca". Es muy distinto, recuerda, "tener que emigrar de un país con verdaderos problemas de miseria, hambre y guerras" que desplazarse dentro de la UE como ciudadano europeo.
Han hecho falta dos generaciones para que esto ocurra. Hudson señala riendo que sus padres "nunca se habrían mudado a Berlín". La gente que se está moviendo, observa, suele ser "menor de 40, con formación parecida e inquietudes similares". El barrio de Kreuzberg, como el vecino Neukölln, es un lugar de encuentro entre nativos, inmigrantes por necesidad e inmigrantes por elección como los Hudson, que se quedaron en Berlín porque les gusta cocinar bizcochos.
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