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Reportaje:

Ourense litiga por la pelota pequeña

Ponte y Pabellón, dos de los emblemas balompédicos de la ciudad, enfrentan conceptos en el duelo fratricida de la División de Honor de fútbol sala femenino

Con todo la pasión, también con toda la carga cainita de los duelos fratricidas, Ourense escenificó el pasado sábado en la cancha de Os Remedios un derbi que mostró que lo que puedan hacer unas mujeres con el balón en los pies ha pasado de anécdota a competición pura y dura. Hace mucho que sucedió así y en la ciudad hay una tradición de fútbol sala femenino que se remonta a hace 24 años cuando el Xogos do Couto agrupó al primer equipo federado. "Yo estaba allí", recuerda Enátali Fernández. Con ella es posible recorrer la historia del fútbol sala en Ourense, el Femesala, los años del Academía Postal, la apuesta del Club Deportivo Ourense por la modalidad que deparó un título nacional de Liga a finales de los noventa, la decadencia y el rápido regreso a la cumbre en un tiempo inolvidable, el actual, con dos equipos en la elite, el Cidade das Burgas y el Ponte, que este año encadena los títulos de Liga, Supercopa de España y Copa Ibérica.

El Cidade das Burgas vive de la cantera, el Ponte ficha brasileñas
La última disputa por una jugadora implicó a diputación y ayuntamiento

"Para quien lo vea de fuera puede parecer extraño que haya dos equipos de División de Honor en una ciudad tan pequeña, pero hay que ser realista: son dos maneras diferentes de concebir un club", anticipa Marta Rodríguez Figueiredo, jugadora del Ponte, internacional de nuevo cuño. "A mí no me gusta como lo llevan en el Burgas", remata. El rival juega bajo el paraguas de otra de los grandes viveros futbolísticos de Ourense, el Pabellón. Allí reivindican el trabajo de base y el apego a la cantera y lo contraponen a la filosofía del Ponte. "Nosotros arriesgamos con niñas de 14 y 15 años. Las ponemos a jugar en División de Honor. El objetivo del Ponte es diferente porque consiguen todo con dinero. Tarde o temprano reventarán", presagia Manolo Codeso, técnico del Cidade das Burgas, que, por si había dudas, resuelve: "La relación entre ambos clubes es mala".

Un episodio de los últimos meses ilustra el desencuentro. Una resolución federativa desbloqueó el limbo que impedía jugar a Vanessa Sotelo, una chica de 16 años que quiso enrolarse en el Ponte y dejar el Burgas. Su padre aseguró que éstos le pidieron una compensación de 7.000 euros por la carta de libertad. El conflicto llegó hasta el Ayuntamiento, la Diputación e incluso a la Secretaría de Estado de Igualdad que ostenta la ourensana Laura Seara. Vanessa, que el año pasado con el Burgas deslumbró para guiarlo a ser el equipo revelación de la competición, debutó el pasado sábado con el Ponte contra sus ex compañeras. Marcó un gol, el que cerró la cuenta de su nuevo equipo, que ganó 6-1. "Vanessa es una joya. Trabajamos con las niñas desde edad alevín, a los 10 años, y es la séptima u octava jugadora que nos llevan y eso nos debilita porque no siempre sacas gente de ese nivel. Se las llevan con mucha facilidad, pero no las van a cuidar", lamenta Codeso.

Pero jugar en el Ponte es luchar por levantar trofeos, "un dulce", reconoce el técnico del Burgas. "Nosotros no queremos problemas. La rivalidad es buena si se lleva bien", sostiene Enátali Fernández, que apunta además que un club ganador en la ciudad, capaz de incorporar a dos brasileñas del más alto nivel, ejerce de acicate para que las niñas se interesen por el fútbol sala. "Ya tenemos equipos infantil y cadete y estamos iniciando una campaña de captación de jugadoras en los colegios de la ciudad, podemos aprovechar el tirón porque además sólo cinco jugadoras son de fuera, el resto son de Ourense", matiza.

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El viernes la propia Vanessa Sotelo acompañó a Marta Rodríguez a entrenar a las pequeñas. "Me fastidia que se diga que no atendemos a la base. Para ellas además poder estar cerca de jugadoras como las que han venido de fuera es un lujo", cree Marta Rodríguez, que de martes a jueves vive en A Coruña, donde estudia percusión en el Conservatorio; que entrena lunes, jueves por la noche y viernes en Ourense y martes en la capital herculina con el plantel del Viaxes Amarelle, un equipo de segunda categoría. Y que cada quince días atraviesa España en autocar porque más allá del duelo local y del Burela, tercer equipo gallego en la máxima categoría, la competición depara desplazamientos a Córdoba, Elche, Alicante, Barcelona, Logroño o Zaragoza. "Merece la pena. Jugué a fútbol-7 y me gustaba, pero el fútbol sala es mucho más divertido". Muchos escépticos se convencen en el graderío. "La gente que viene a vernos se engancha. Nos ocurrió con algún chófer de autobús, que en los desplazamientos nos dejaba en el pabellón y hacía tiempo hasta la hora de regresar. Un día entró a vernos jugar y no se creía lo que veía", recuerda la coordinadora del Ponte.

Dos jugadoras del Ponte y el Pabellón pugnan por un balón en el derbi del pasado sábado en Ourense.
Dos jugadoras del Ponte y el Pabellón pugnan por un balón en el derbi del pasado sábado en Ourense.NACHO GÓMEZ

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