Mou consiente, el grupo aprieta
La racha del Madrid se basa en la presión impulsada por el vestuario
El Madrid se aventura en un territorio que no pisó ningún equipo de Mourinho con tanta frecuencia y de forma tan decidida. Comenzó a tantear el terreno durante la Supercopa, pero no fue hasta después de la crisis de El Sardinero cuando los jugadores refinaron la fórmula.
En La Rosaleda dieron el paso definitivo cuando resolvieron instalar el equipo en campo contrario el mayor tiempo posible. Para atacar y para defender. Tuviera o no tuviera la pelota el adversario. Empujados por Alonso, con la complicidad de Higuaín, Marcelo, Arbeloa, Khedira, Pepe, y, sobre todo, con el apoyo de Sergio Ramos, el Madrid hizo de la presión un instrumento perfecto para controlar el partido y entretener al público. Desde Málaga, el Madrid se ha reafirmado en su intención de llevar todos los partidos al campo rival. Sin concesiones a la especulación, al menos hasta el descanso.
En Málaga, los blancos se reafirmaron en su intención de llevar los partidos al campo rival
Ese día, el mensaje del técnico dejó un amplio margen a la interpretación
El curso pasado tendían a esperar atrás para aprovechar los espacios
Seguros de tener un rol importante, los españoles insisten en dar un paso adelante
El mensaje de Mourinho, según los jugadores, dejó un amplio margen para la interpretación. En Málaga, el técnico portugués les pidió más o menos lo de siempre: presionar arriba los saques de banda y las salidas del portero, Rubén, siempre y cuando no fuesen en largo. En caso de que el Málaga se hiciera con el control del balón y diera más de tres pases, les dijo que había que echarse atrás para evitar riesgos. Ahí estaba el matiz.
Pero los jugadores se tomaron la licencia de seguir presionando arriba incluso cuando el Málaga tenía la pelota. "Nos salió bien porque cuando ellos iniciaban la jugada se partían, porque se desplegaban muy rápido por delante del balón", recordó un jugador.
La temporada pasada, ante equipos con vocación de dominar el balón, como este Málaga de Pellegrini, el Madrid tendía a esperar atrás para aprovechar los espacios. Después del primer gol, esta inclinación se acentuaba.
En La Rosaleda el planteamiento fue distinto, después del 1-0 lo mismo que una vez marcado el 3-0, ahondando en una manera de afrontar los partidos que ha llevado al Madrid a conseguir su serie más brillante en años: cinco victorias consecutivas en Liga y tres en Champions, 25 goles a favor por tan solo uno en contra. Hoy por la mañana en el Bernabéu le toca a Osasuna medir la solidez de las nuevas convicciones.
Mourinho deberá decidir si quiere que la presión alta sea un signo distintivo de su equipo, o reconocer que las experiencias del último mes han sido circunstanciales.
"Un poco las dos cosas", explicó el técnico ayer en rueda de prensa. "Es una característica que queremos tener como equipo. Ser más dominadores, más agresivos con y sin balón. Esa agresividad tiene que ver con juntar las líneas más arriba y dificultar la construcción del rival. Dejar al rival más lejos de nuestra portería. Hemos mejorado mucho en este aspecto. Pero también tiene que ver con la calidad de los adversarios. Por ejemplo, el Lyón hacía toda su construcción con saques largos desde atrás. Lloris buscaba directamente el saque largo a Gomis, o a Briand. Y en esta situación no tienes por qué presionar arriba porque no tienes nada que presionar. Depende del juego del adversario. Pretendemos tener la capacidad para juntar el bloque atrás y defender bajo o para saber presionar arriba y juntar líneas arriba. Esto es cultura táctica. Es adaptabilidad a los diferentes partidos y adversarios", explicó Mourinho.
Hay en la plantilla quien cree que la orden del entrenador sobre la presión en bloque alto fue suficientemente ambigua como para invitar a los jugadores a decidir. Algunos futbolistas están convencidos de que, en caso de que la osadía no hubiese acabado bien (el Madrid ganaba 0-4 al descanso en Málaga), Mourinho les habría advertido de que no le hicieron caso.
"El míster es muy listo para eso", apuntó un miembro de la expedición a La Rosaleda el pasado 22 de octubre en la novena jornada; "si hubiera salido mal nos habría dicho: 'yo ya os avisé de que os echarais atrás".
Mourinho felicitó a sus futbolistas por la primera parte de Málaga, pero les ordenó que se replegaran en la segunda, y que buscaran más los contragolpes. La operación se repitió contra el Villarreal en el Bernabéu apenas tres días después en la décima jornada de Liga.
Seguros de tener un rol más importante que la temporada pasada, los jugadores españoles se pusieron de acuerdo para insistir: en lugar de dar un paso atrás cuando el rival manejaba la pelota, dieron un paso adelante. En el descanso, Mourinho les volvió a pedir que esperasen en campo propio. Según los presentes, lo argumentó en la necesidad de ahorrar fuerzas: "dijo que así el equipo descansa más". Pero en la plantilla no son pocos los que entienden que esperando atrás es como más lucen "los suyos", en relación a Di María y Cristiano.
Consecuencia de la tensión entre la posición de Mourinho y la de sus jugadores es este nuevo Madrid que ya no gira alrededor de una sola persona. El técnico consiente y el equipo crece. Aprieta mejor.
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