Sexo, drogas y videoclips
La imagen de Rihanna hasta arriba de drogas y vomitando en el callejón de atrás de un garito infecto es el sueño húmedo de más de un malintencionado paparazzo. Es probable que esta estampa de juerga constante diste mucho de ser cierta, pero para aplacar esas fantasías destroy basta con teclear en YouTube We found love, el título del último videoclip de la diva de Barbados.
Su artífice, Melina Matsoukas, acaba de adjudicarse el mérito de confirmar, con tal superestrella como vehículo, que no hay por qué disfrazar de demasiado glamour la escena fiestera underground. Por mucho que se refleje en un videoclip que exude miles y miles de dólares. Y que el influjo popular de la química ha cobrado una renovada vigencia solo equiparable a la era de la cultura de clubes noventera.
Con el nuevo video-clip de Rihanna afronta el hedonismo nocturno sin un ápice de conflicto
Algo debió de intuir Lady Gaga, cuando aún hacía cola entre las aspirantes al trono pop, al contratarla para rodar su primerísimo videoclip, Just dance, una pieza que entronca directamente con lo nuevo de Rihanna por afrontar el hedonismo de las noches eternas sin un ápice de conflicto.
Sería injusto decir que Melina Matsoukas es nueva. En apenas cuatro años ha rodado 40 vídeos musicales. Y Jonas Akerlund, Steven Klein, Nick Knight y el resto de popes del género la miran de reojo por si les come terreno en primera división.
Esta realizadora nacida en el Bronx hace 30 años ha logrado enderezar el rumbo errático de Rihanna. En S&M la filmó como una dominatrix colorista, sometiendo a la prensa envuelta en látex o engullendo lascivamente una banana. El vídeo fue censurado en 11 países. Ahora ha logrado algo con mayor mérito que escandalizar: sortear la presumible censura de los jefazos de su compañía discográfica.
Se ha ganado la confianza de la industria a pulso. Con una pequeña ayuda de sus amigos, muchos provenientes de la música negra (ella tiene sangre griega, judía, jamaicana y cubana) y de su propio género (ha dirigido para Jennifer Lopez, Kylie, Missy Elliott, Lily Allen o Whitney Houston). Y, especialmente, de Beyoncé, que parece tenerla en nómina.
Con ella hizo su trabajo más barato hasta la fecha. Cuando la intérprete de Crazy in love buscó emanciparse momentáneamente de presupuestos faraónicos, la llamó para rodar Why don't you love me, videoclip que la esposa de Jay-Z pagó de su bolsillo y donde ella misma, sin otros maquilladores, elaboraba su look retro a lo Betty Page. Y cuando quiso tomarse un año sabático en busca de inspiración para su disco más reciente, 4, la única persona que tuvo acceso completo a sus vivencias con una cámara fue Melina Matsoukas. El resultado puede verse en el documental Year of 4, colgado íntegramente en YouTube.
Babelia
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