González-Molero o cómo romper el techo de cristal

Laura González-Molero pertenece a la primera generación de españolas que hicieron estallar el techo de cristal que impedía el acceso de mujeres a dirigir proyectos empresariales. Ella es ahora presidenta y consejera delegada de los laboratorios Merck en España, pero no aterrizó en ese puesto procedente de una insigne escuela de negocios, sino que comenzó su vida profesional como delegada comercial de Roche Diagnósticos.

Farmacéutica de carrera y sin oficina de farmacia, dirigió todas sus energías a la búsqueda de su primer empleo en un sector floreciente a primeros de los noventa: el sector farmacéutico. Nadie como ella conoce las dificultades de un vendedor, la dureza de patearse los hospitales, como el Gómez-Ulla de Madrid y tantos otros, vendiendo aparatos y reactivos para análisis clínicos, siempre con su sonrisa como tarjeta de presentación y toda su fuerza.

Currante como pocas, fue ascendiendo en su primera empresa, cada vez más alto y algo muy importante, sin clavarle sus tacones a nadie. Su capacidad de empatía con los demás, las ideas clarísimas de hacia dónde se dirigía le labraron el camino hacia responsabilidades cada vez más intensas. Eso sí, siempre dispuesta a disfrazarse para una fiesta o para salir con sus amigos, a los que nunca ha abandonado. Está claro que su capacidad para gestionar grandes proyectos, empezó por gestionar su vida con éxito a través del consumo de su propia receta magistral: compromiso en lo que emprende, una infinita capacidad de ilusionarse con las causas y una enorme pasión por la vida y, como excipiente, mucho trabajo.

Llama la atención en ella que teniendo un currículum de vértigo es tremendamente humana y eso no es fácil de encontrar en la vida corriente, lejos del engreimiento y la soberbia, sabe y desea escuchar. Es fácil intuir en ella que sabe lo que cuesta obtener todo en la vida, educada en la autoexigencia, nadie le regaló nada.

Laura sabe que tan solo con tesón no se encuentran las respuestas y ha seguido formándose con avidez: Instituto de Empresa de Madrid, Harvard Business School, Hong Kong University... Realmente una se pregunta si no habrá hecho algún pacto con el diablo para lograr que los días tengan 48 horas, ya que tantas vivencias en tan solo 46 años son prueba de su éxito gestionando el bien más escaso: el tiempo.

A Laura le duele ver la situación económica de su país, no soporta ver sufrir a sus paisanos, le desgarra no poder crear empleo ahora y ver cerrar tantas empresas. Ella ha defendido con el ejemplo que la industria española puede ser competitiva, con tesón y ganas, pero le da vueltas a su cabeza pensando qué podemos hacer para recuperar la fe en España, para que la crisis se acabe de una vez. Ojalá que personas como Laura pudieran decidir nuestro futuro colectivo, porque nos merecemos que quienes conocen desde abajo cómo se crea prosperidad, colaboraran en un proyecto tan difícil como reinventar un país.

Ah, se me olvidaba decir que, además, Laura González-Molero es hermosa, pero ya se sabe lo que dice la canción: "Nenas bonitas hainas en Ourense". Olé por ti, Laura.