Las licencias para instalar paneles solares se demoran hasta dos años
Con unas condiciones que bien podrían convertirla en la Silicon Valley europea, Galicia cuenta hoy con el potencial suficiente para estar en primera línea del mercado de la energía solar. Es líder en producción de silicio, materia prima de los paneles, y a pesar de los perjuicios que pueda provocar el clima gallego, sus niveles de irradiación son superiores a los de Alemania, país a la cabeza en la industria fotovoltaica.
Sin embargo, los datos oficiales dejan en evidencia a la comunidad. La sitúan a la cola en todas las estadísticas, solo por encima de Cantabria y Asturias en producción de energía solar. La Asociación de la Industria Fotovoltaica (ASIF) habla de una ausencia de aprovechamiento del despegue de la industria. "Galicia va retrasada sobre las demás comunidades", denuncia Tomás Díaz, responsable de Comunicación de la organización.
La comunidad es líder en producción de silicio, materia prima de los paneles
Camuflados entre los cultivos, como tejas de las cubiertas de aparcamientos o envolviendo la fachada de edificios administrativos. La energía fotovoltaica lleva cuatro años en ascenso imparable, y es cada vez más común ver paneles solares a lo largo y ancho de la geografía mundial. En este contexto llama la atención que Galicia no se haya subido al carro de un mercado que, según datos de ASIF, logrará crear 60.000 puestos de empleo en España en 2020. Díaz delega responsabilidad en la Administración. Tras un "crecimiento insostenible" del mercado fotovoltaico, llegó una "regulación incorrecta". De 2006 a 2007 la industria se multiplicó por cuatro, y esta por tres en el año siguiente. "Ninguna actividad industrial soporta un crecimiento tan grande", denuncia. "La planificación del Gobierno se vio totalmente sobrepasada".
En estos momentos, eso se traduce en una carencia de cupos de potencia, que dificulta el acceso a la energía solar. Si una persona quiere instalar en su casa un panel para consumo familiar se topará de frente con la burocracia. Tendrá que solicitar el acceso a la red eléctrica, una autorización administrativa de la comunidad autónoma y la licencia de obra del ayuntamiento. Una vez recaudado todo el papeleo, enviar los datos al Ministerio de Industria, que inscribirá al interesado en un registro de solicitudes. Y después, a esperar. Seis meses en el mejor de los casos. Hasta dos años si la lista de espera se alarga. "En el autoconsumo esto no debería ser así", denuncia Díaz. "Si desde que una persona quiere poner un panel hasta que consigue ponerlo pasa tanto tiempo, se desmotiva".
España es el tercer país de Europa en lentitud burocrática y el segundo en el que más se demora el desarrollo del proyecto. "Además, aquí la gente no tiene conocimiento de la tecnología", comenta Díaz, que tumba el mito de que la energía solar tenga un alto coste. "Un sistema para una familia española puede valer 10.000 euros". Asegura que el precio se amortiza en un periodo de entre ocho y diez años y que además los paneles tienen una esperanza de vida de más de tres décadas.
Estabilidad regulatoria, desarrollo del autoconsumo y simplificación de procedimientos administrativos son las líneas básicas que ASIF cree que se deberían llevar a cabo para lograr el impulso de la industria fotovoltaica. "Si un extraterrestre bajase a la tierra y le dijéramos que tenemos un problema de recursos energéticos se echaría las manos a la cabeza", bromea Díaz. "Siempre habrá abastecimiento de silicio, y en Galicia esto no se está aprovechando", concluye.
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