"Me ha costado llegar a la madurez"
Han pasado tres larguísimos años hasta que Sergio García (Borriol, Castellón; 1980) ha vuelto a saborear un título. El español ganó ayer el Masters de Castellón con 257 golpes, récord del circuito europeo, y 27 bajo par, 11 mejor que Gonzalo Fernández-Castaño. Triunfó en casa, el Club de Campo Mediterráneo, el mismo en que su madre, encargada de la tienda, rompió aguas cuando daba la salida de un torneo. El niño que casi nació en el campo sonríe tras ver la peor cara del golf.
Pregunta. Llegó a la élite en 1999. ¿Qué ve cuando mira atrás?
Respuesta. Estoy muy orgulloso de todo lo que he hecho, y no solo en estos 12 años de profesional, sino también como amateur, que la gente se olvida de eso. Ahora estoy muy ilusionado otra vez. He recuperado las ganas de jugar. Quiero volver a los puestos en que creo que merezco estar. Es un poquito, no un renacer... como una vuelta a la vida. He pasado dos años complicados dentro y fuera del campo. Han sido duros. Pero al mismo tiempo muy buenos. Me han hecho aprender mucho de mí mismo, no solo en el golf, sino personalmente.
"He pasado años muy duros dentro y fuera del campo. Llegué a estar harto del golf"
"Pensé en dejarlo, en un descanso larguillo. Pero siempre he sido competidor"
"Se notan mis sensaciones. Soy español, de sangre caliente, y se nota"
"Nunca he creído en la ayuda psicológica. Para mí, no lo veo útil"
P. ¿Qué ha aprendido?
R. Cosas que necesito para ser feliz, como estar cerca de la gente que realmente se desvive por mí. Ahora soy una persona más tranquila. Pero siempre se han notado mis sensaciones. Es mi forma de ser. Soy español, soy de sangre caliente, y se nota. Sí me conozco un poco mejor. Le doy al golf la importancia que tiene, no más.
P. ¿Qué queda de aquel niño de 1999?
R. Muchísimas cosas. La personalidad, la forma de jugar y la intención. Todo eso queda, y el día que se vaya, no jugaré más al golf. Claro que ahora soy más maduro. Con 19 años pensaba que lo único en mi vida era el golf.
P. ¿Se arrepiente de algo?
R. No. Todo pasa por algo y de todo hay que aprender. Ahora estoy en mi madurez. Seguramente me ha costado un poco más de lo que esperaba llegar a esa madurez, no solo en el campo. Te vas dando cuenta de cosas. También es complicado porque viajo mucho y, a pesar de que tengo amigos, me encuentro medio solo.
P. ¿Le molesta que aún le llamen El Niño?
R. Nunca me ha disgustado. Cuando empecé era muy joven y estaba el fenómeno del clima. Todo coincidió muy bien. Ahora hay otros Niños. Siempre me gustó el apodo. Estoy orgulloso de eso.
P. ¿Se le ha exigido mucho?
R. No... Al final del día, al que tengo que satisfacer es a mí. A la gente le encantaría que ganara todos los torneos, pero eso no sería bueno. Como jugador, puede que sí, pero como persona no me mejoraría. Es muy bueno aprender de los errores. En dos o tres momentos de mi carrera las cosas podían haber sido diferentes, pero más por cosas del destino que por lo que diga la gente. Yo solo puedo poner lo máximo de mí y esperar que eso sea suficiente.
P. Más de 10 años en la élite, 50 grandes seguidos, 17 clasificaciones entre los 10 mejores en un grande, fue número dos mundial... ¿Eso no se valora?
R. Volvemos a lo mismo. Me decían: "Si no te clasificas para el Británico, ¿harás lo imposible?". Pues sí, porque me encanta jugar, pero no porque sea mi major 50. Los récords no me llaman. No soy un jugador de récords.
P. No tiene ningún grande. ¿Se le juzga por eso?
R. Como le he dicho antes, eso no me afecta en absoluto. He estado a punto de ganar tres. Desafortunadamente, no ha querido pasar, por las circunstancias que hayan sido. Son curiosidades de la vida. Hay gente que tiene una oportunidad, le sale todo bien y lo gana. Y hay gente que tiene seis o siete, como yo, pero desafortunadamente te encuentras con un Tiger o con un Harrington, o te hacen algo especial que te deja segundo o a las puertas.
P. ¿Qué le ha faltado?
R. No me puedo ir a la cama pensando: "Y si hubiera hecho esto...". En el Open Británico de 2007, cada vez que veo ese putt en mi mente, lo veo entrar. Lo tiré exactamente como quería y donde quería. Y veo que entra. Pero desafortunadamente no quiso entrar. Y en el playoff no me salieron las cosas. Tiré tres o cuatros putts muy buenos y no me quisieron entrar. Luego en el PGA de 2008, que también me ganó Harrington, en el 16 el golpe se me va un poco a la derecha y al agua, pero prefiero dar ese golpe que el que pegó él, que tuvo la suerte de meter un putt muy largo. En ese momento, haces lo que crees correcto. A veces sale y otras no.
P. Habla de suerte. ¿Eso no es una excusa?
R. Me da igual si piensan que es excusa o no. Yo no estoy diciendo que lo sea. Digo que intenté todo lo que pude. Ya se lo he dicho. En ese PGA, doy un tiro buenísimo en el 15, pega en la bandera, entra en el hoyo y se sale, y se me va a dos o tres metros y no meto el putt de birdie. Pudo cambiar todo. Son curiosidades. Yo siempre he creído en el destino y las cosas pasan por una razón.
P. ¿Es autocrítico?
R. Sí, siempre.
P. ¿Y quienes le rodean le dicen cuando lo hace mal?
R. Sí. Siempre hemos intentado ser muy perfeccionistas, pero hay que vivir el momento. Hay instantes de mucha presión.
P. ¿Cómo se pierde la ilusión?
R. Yo llegué a estar harto del golf, sin ninguna duda. Son momentos duros, y el que te diga que no los ha pasado, miente. Siempre hay momentos de bajón en que uno piensa: "Ojalá estuviera haciendo otra cosa". Lo importante es estar rodeado de buena gente. Si estás solo, es más complicado superarlo.
P. ¿Pensó dejar el golf?
R. Sí, temporalmente sí. Pensé en tomarme un descanso larguillo, seis meses o un año, pero tenía cosas que todavía me apetecía hacer y no podía dejarlo así como así. Siempre he sido competidor, aun cuando estaba regular de cabeza. Yo salía a darlo todo, pero el aguante no era el mismo. En cuanto me salían las cosas un poquito mal, me venía abajo y se me quitaban las ganas de luchar.
P. ¿Nunca ha pensado contar con ayuda psicológica?
R. Sí, he pensado en todo. Estuve un tiempo con una amiga sofróloga, que sí, que ayudó, pero en esas cosas hay que creer y yo sinceramente nunca he creído mucho. Si estás bien, esas cosas te las dices tú. Yo nunca he necesitado esa ayuda psicológica. He sido capaz de ganar sin ella. Para mí, no lo veo útil. A otros jugadores les ayuda muchísimo.
P. ¿Y cómo entrena la mente?
R. Me hablo a mí mismo, interiormente, de la mejor manera posible, me doy ánimos y confianza. Eso es realmente lo que te puede decir un psicólogo, un sofrólogo o como le llamemos: creer mucho en ti. Yo me lo digo a mí mismo. Si no estoy bien, me cuesta más.
P. Ha coincidido con Ballesteros, Olazábal y Jiménez. ¿Les pidió consejo?
R. Sí. Cuando salí, sin ninguna duda. Siempre me he llevado muy bien sobre todo con Chema. Me ayudaron más al principio, cuando era más juvenil. Luego me he formado mis experiencias y cada uno lo vive de modo diferente. Lo que me diga una persona me puede ayudar, pero tengo que meterlo en mi vida, en mi forma de ser.
P. ¿Dónde vive más?
R. Cuando puedo, estoy un poco en Castellón. Nací aquí y me gusta esta tierra. En Estados Unidos juego y poco más. Si tengo tiempo, estoy en mi casa de Suiza, en Crans-Montana. Es relajadísimo. Me gusta esa tranquilidad, pasear. No te cruzas con nadie. Hago también esquí de fondo. Mis hermanos sí han hecho snowboard, pero yo le tengo respeto.
P. ¿Por qué dejó twitter?
R. Me da mucha pena. Me gusta leer lo que me dicen. Pero había cuatro o cinco que decían tonterías. Me conozco, habrá un momento en que no aguante y les mandaré a tomar por..., y eso no me va a hacer ningún bien. Prefiero que los maleducados no tengan la posibilidad de cabrearme.
P. ¿Qué hace en el Borriol, equipo de fútbol de Tercera?
R. Soy presidente-jugador. Siempre me ha gustado mucho el fútbol. Hace siete temporadas, un grupo de amigos, mi familia y yo decidimos coger el equipo de nuestro pueblo y darle un poquito más de calidad, de clase, para que la gente disfrutara. Yo busco patrocinadores para recoger dinero y fichar jugadores.
P. Como madridista, ¿qué le parece Mourinho?
R. A mí me gusta. Porque tiene las ideas muy claras. Sí, a veces se equivoca en algunos comentarios. Pero dice lo que mucha gente no se atreve. Eso demuestra su personalidad. No quiere decir que sea la verdad absoluta, e igual no es lo políticamente correcto, pero tiene claro lo que quiere.
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