Paridad y responsabilidades políticas
Se acaban de cumplir 100 días de los nuevos Ayuntamientos surgidos de las urnas tras las elecciones de mayo. Y ya apenas faltan 60 para las elecciones del 20-N. Un momento quizás propicio para compartir alguna reflexión con los lectores de EL PAÍS. 100 días no son suficientes para juzgar a los gobiernos municipales, pero tal vez sí para concluir que los Ayuntamientos del PP, gran triunfador en mayo, no han deparado grandes sorpresas. Donde ya gobernaba, practica el continuismo, que se traduce en ese día a día sin estridencias pero también sin grandes ambiciones, es decir, revelando una falta de ideas elevadas y de una concepción avanzada de ciudad. Con decir que lo más llamativo del alcalde de Málaga ha sido pleitear con el de Sevilla para auparse a la FEMP (no lo ha conseguido; ha quedado fatal y se ha convertido en el verso suelto del PP andaluz).
No entiendo que el PSOE renuncie a una de sus más claras señas de identidad
Y allí donde el PP llega de nuevas, como en Sevilla, tampoco nada nuevo: tirar de manual para echar la culpa de todo al gobierno anterior (incluida la falta de dinero en las arcas, ¡dónde no es Pascua!) y demostrar con rapidez que era más fácil predicar (por ejemplo, contra las restricciones al tráfico) que dar trigo (ordenar la circulación cabalmente y no a golpe de tirones de unos y otros, por lo que ya surgen los descontentos).
Ante esta situación, tal vez las reflexiones de más interés tengan que dirigirse a otra parte, concretamente aquella a la que obviamente me siento más próximo y que no es otra que la derrotada en mayo y aquella a la que las encuestas también pronostican una larga cuesta política, no de enero, sino de noviembre y así hasta la primavera.
Pienso que acierto (y no descubro nada que no se sepa) si digo que las cosas van mal para los socialistas y que algunas cosas habría que hacer y otras no hacerlas. No soy ciego, y no desdeño la importancia ni los efectos electorales de una crisis como la que tenemos encima. Nos pasa factura a todos, y en estos todos hay que incluir también a la hasta ahora todopoderosa Merkel, que lleva seis derrotas electorales tan parciales como consecutivas. Ahora bien, también pienso que algo se podrá mejorar cuando Felipe González, poco sospechoso, dice que parece que los socialistas están de brazos caídos.
Tal vez un poco de moral de victoria habría que darle a la militancia, en vez de líos internos, que excitan tanto a unos pocos como ahuyentan a la mayoría del electorado. Crisis aparte, ya digo: hacer algunas cosas y también no hacer otras y entre estas últimas creo que no deberíamos ir hacia atrás en ningún sentido, y menos en las buenas prácticas.
Cualquiera que me conozca imaginará, por mi edad y educación, que en su día me resultaron chocantes las listas cremallera. Sé que nos pasó a muchos: que no lo entendíamos, vaya. Pero pasado el tiempo, he visto que era bueno, que colocábamos a la derecha en su real sitio en materia de igualdad y que el resultado de las elecciones reflejaba mejor a la sociedad que cuando esa cremallera electoral no existía. Por eso es ahora cuando no entiendo, ni ya aspiro a entender (sería ir hacia atrás) que el PSOE renuncie en algún lugar muy significativo a lo que es una de sus más claras señas de identidad: la paridad tanto en el conjunto de las listas como en su orden. Claro que por ello no se tiran a la basura todos los méritos del PSOE en esta materia, pero es una mala señal que el PSOE no se debería permitir.
Digo esto a riesgo de no ser entendido, menos por criticar que por ayudar a la gente progresista a la que me siento más cercana. Creo, en fin, que hay cosas que pueden hacerse para mejorar el panorama y otras que no deben hacerse, a riesgo de empeorarlo. Tiempo habrá, en su momento, de comentar otras (por lo demás, evidentes y en continua portada en los medios que terminarán por influir en mayor o menor medida en los próximos resultados electorales, y a las elecciones más recientes me remito) pero ahora toca esforzarse en dar a la gente lo que la gente siempre nos ha pedido a los socialistas y, a menudo, obtenido: coherencia, honestidad, compromiso con nuestros valores de progreso y soluciones a los problemas, especialmente de quienes peor lo pasan y que son quienes, tradicionalmente, han dado su respaldo a la izquierda.
Y es que en política, como en Derecho, hay obligaciones de hacer y otras de no hacer. Hagamos unas y dejemos de hacer otras si es que, de verdad, defendemos la igualdad de oportunidades y si es que, de verdad, las ideas de progreso y de servicio a la sociedad están por encima de los intereses personales.
Eugenio Suárez Palomares es vicepresidente del grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Sevilla.
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