La ópera "perfecta", a escena
'Las bodas de Fígaro', de Mozart, abre la temporada del Teatro de la Maestranza
Dice Pedro Halffter, director de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, que en los primeros 15 segundos de la obertura de Las bodas de Fígaro Mozart logra trasmitir la "sensación prerrevolucionaria" que estaba en el aire cuando en 1786 se estrenó la ópera bufa en Viena, tres años antes de que estallara la Revolución Francesa.
"Comienza como un susurro y después hay un forte que parece un anuncio de lo que pasó el 14 de julio de 1789 -la toma de la Bastilla- que, de un día para otro, cambió todas las convenciones sociales no solo de Europa sino del mundo entero", apuntó ayer Halffter, quien se enfrenta por primera vez a este título ambientado en la Sevilla de mediados del siglo XVIII que tanto él como José Luis Castro, director de escena, han calificado de "ópera perfecta".
José Luis Castro dirige esta producción, que se estrenó en 1999
La obra, estrenada en 1786, parece anunciar la Revolución Francesa
El montaje, que podrá verse en el Teatro de la Maestranza, los días 29 de este mes, 2, 3 y 5 de octubre, es una reposición de la producción que realizó el teatro sevillano en 1999 y que también dirigió Castro. "Aunque hablar de la ópera perfecta resulta extraño, esta es una de las obras maestras indiscutibles de la historia de la música con un diseño de los personajes y una descripción de los personajes absolutamente increíbles", añadió Halffter, director artístico del Maestranza.
"Esta es una producción redonda en todos los sentidos, una obra en la que la música y la palabra, Mozart y Da Ponte -autor del libreto-, llegan a un nivel difícil de alcanzar por otras óperas", aseguró José Luis Castro, quien logró colocar al Teatro de la Maestranza entre los primeros escenarios líricos de España en tan solo una década, de 1994 a 2004.
"El libreto, basado en la novela de Beaumarchais, cuestiona el derecho de pernada en un momento social muy delicado y eso crea conflictos. El amor es la base de todo lo que sucede durante un día en la mansión del conde Almaviva, en la que no paran de pasar cosas y se convierte en una casa de locos", explica Castro, quien también dirigió El barbero de Sevilla, de Rossini, para el escenario sevillano en 1997.
Con la escenografía de Ezio Frigerio y el vestuario de Franca Squarciapino -un equipo que ya ha colaborado en otras producciones líricas sevillanas-, Las bodas de Fígaro está protagonizada por el bajo italiano Roberto Tagliavini (Fígaro), quien debuta con este personaje; la soprano rusa Olga Peretyatko (Susanna); la soprano canaria Yolanda Auyanet (Condesa de Almaviva), y el barítono austriaco Paul Armin Edelmann (Conde Almaviva).
"Interpretar al conde en Sevilla es algo muy especial para mí. Estoy disfrutando de la ciudad de Fígaro y, sobre todo, de una puesta en escena muy clásica, naturalista. Porque yo, como austriaco que soy, he participado en muchas producciones extrañas, muy modernas, así que para mí esta producción es como un bálsamo", apuntó Edelmann, incluso a pesar de que Castro los ha puesto a todos a bailar un fandango al final de la obra, algo a lo que los cantantes se mostraron reacios al principio. "Han sido todos buenos alumnos", afirmó Cristina Hoyos, quien firma la coreografía.
Las bodas de Fígaro termina con una especie de premonición de lo que se avecina: "corriam tutti a festeggiar" (Corramos todos a festejar), algo que, según Halffter, vale tanto para la aristocracia, que se apresura a celebrar su última fiesta, como para las clases bajas, que, después de la Revolución, comienzan a poder participar en ella.
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