"En el rugby no hay las tanganas del fútbol"
Iñaki Gabilondo es una caja de sorpresas. Vas a verlo pensando que te va a expresar su satisfacción porque el equipo de fútbol de su infancia y de su pueblo, la Real Sociedad, puso rodilla en tierra al Barcelona y te lo encuentras disfrutando aún del espectáculo de rugby que vio el último domingo, a media mañana, en un pub irlandés de la calle de Alcalá, en Madrid.
Pero no solo eso. El periodista, que esta semana última recibió de manos del Príncipe, en el Senado, el premio Luis Carandell por su larga carrera en la radio y la comunicación, se había levantado de madrugada para ver en su casa otro partido de rugby.
¿Qué tiene el rugby para Iñaki Gabilondo? Ah, creo que solo de la radio y de su oficio, y de los valores que defiende, habla con más entusiasmo que el que pregona ponderando las virtudes del rugby. Dice, por ejemplo, que es "el deporte más bonito, más noble, más limpio, más caballeroso y más estupendo que existe". Y uno que creía que era un juego en el que tipos potentes agarran a otros hasta que los reducen: "Esa idea es una tontería. El rugby no es un deporte de bárbaros. Es el deporte más caballeroso. La gente del rugby responde a las faltas de deportividad con esta imprecación: ¡Pareces un futbolista!".
Cogió la afición en Francia. Y cada vez que puede lo ve. Y ve el ciclismo. Él dice que en este último deporte no es tan experto como Joan Manuel Serrat: "Pero le resisto una conversación". Cuando era pequeño, Gabilondo iba a ver la Vuelta a Francia cuando los ciclistas pasaban por el Tourmalet...
Y es que los guipuzcoanos son muy aficionados a todos los deportes: el ciclismo, la pelota, el remo, el baloncesto, el balonmano, el fútbol, claro... "No tienes más que ver el suplemento deportivo de El Diario Vasco de los lunes. Es más grande que el periódico", advierte.
Le reiteré que siempre pensé que el rugby era un deporte de gente muy fuerte que se pegaba: "Eso solo demuestra que no conoces el rugby porque, con mucho, es el juego más deportivo que hay. En el rugby existe lo que se llama el tercer tiempo. Cuando acaba un partido, lo mismo da que sea de juveniles que de la Copa del Mundo, los rivales se reúnen. La deportividad es la regla de oro. Al árbitro no se le discute en la vida. Precisamente porque es tan fuerte, la falta de juego limpio o la mala intención están descartadas".
Además, con esa potencia, el daño físico que podrían causarse esos deportistas sería enorme. ¿Y también son tan deportivos en la grada? "No te lo puedes imaginar. Lola [Carretero, periodista, su esposa] no puede ir a un campo de fútbol porque el comportamiento en la grada es verdaderamente brutal y salvaje. Siempre se están insultando los espectadores. En el rugby eso jamás ocurre ni ocurrirá. Están juntos los unos y los otros y no se discute", resalta.
"Lo que pasa", me dice, "es que el rugby produce esa sensación de dureza, de enfrentamiento, la primera vez que lo ves y en los primeros minutos, pero es, y tiene a gala serlo, un deporte de una extraordinaria caballerosidad y una enorme deportividad". De modo que en él, en el rugby, no se producirán las tanganas que tanto se ven, por ejemplo, en los campos de fútbol. "Jamás. En el rugby no se dan las tanganas tan frecuentes en el fútbol. Es imposible. Ese tipo de tonterías de 'me has pegado' o 'mire, árbitro, lo que me ha hecho este'... Todo eso es inimaginable en el rugby. Si eso ocurriera, la gente se miraría atónita y exclamaría: '¿Qué pasa? ¡Si parecen futbolistas!".
No, no ha practicado el rugby, pero, cómo no, sí ha sido futbolista. El 10, en juveniles, en Donosti. "Llegamos a ser subcampeones de Gipuzkoa y yo jugaba bastante bien".
Como Messi. No, Messi es de otro tipo, dice Gabilondo: "Mi ídolo era Luisito Suárez. Me gustaban, me gustan, el Barcelona y el Real Madrid, aunque en San Sebastián nos criamos en la cultura del antimadridismo. No le teníamos ninguna simpatía al Real Madrid y, por tanto, había mucha simpatía por el Barcelona y por el Atlético".
Aquella antipatía tenía un antídoto, Alfredo di Stéfano. Se llenaba Anoeta para verlo: "Teníamos por él una admiración que nunca habíamos sentido por nadie. Hasta el actual Barça, no he tenido nunca una admiración tan grande como la que sentí por Di Stéfano. Con mucho, es el mejor futbolista que he visto, y que veré, en un campo de fútbol".
Aquel Madrid era el equipo al que Iñaki y sus compañeros de grada querían ganar: "Les insultábamos, les decíamos de todo, les llenábamos el campo de barro para que les costara ganarnos..., pero les teníamos una gran admiración". "Es curioso", recuerda acercándose a la noche de los tiempos, "quizá Di Stéfano fue el jugador más odiado, y más admirado, en San Sebastián. Había incluso un periódico que solo lo nombraba como el 9 del Real Madrid porque una vez, en medio de un incidente, le había pegado a alguien con una toalla. Y, sin embargo, ahora tiene el Tambor de Oro de Donosti". Un futbolista de oro, claro, que sigue en la retina de este degustador del rugby.
Inconvenientes del negocio
- Demasiado fútbol puede matar el fútbol. El negocio se está extralimitando y se corre el riesgo de banalizarlo: "Uno ya no sabe si está en la Liga, en cuartos de final, en octavos, en la Copa de Ferias...". Además, ya no se sabe de dónde son los futbolistas. "En la época de Di Stéfano, hacían una apuesta, se identificaban durante años con unos colores". Y en medio de este panorama, la amenaza del fútbol sin radio: "Es como si se decidiera que se juega sin balón... José María García dijo algo con lo que estoy de acuerdo: 'Entiendo que la radio pague porque gana con el fútbol, pero ¿qué tal si el fútbol paga
a la radio lo que ha hecho por él?'. "¿Te imaginas a la radio animando a la gente a ir al cine, gritando en plena tarde: '¡Todos a ver a Almodóvar!'. Pues eso ha hecho la radio por el fútbol y este no lo ha pagado".
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