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Bonos específicos para infraestructuras

Hay una realidad que cada vez deja menos lugar a la duda: ya no es posible continuar financiando la construcción de infraestructuras del modo en que se ha venido haciendo hasta la fecha. Durante la última década, la financiación de proyectos en las economías desarrolladas se ha nutrido de fondos provenientes de entidades de crédito, pues estas tenían la capacidad para conceder financiación a largo plazo (incluso a más de veinte años) y a unos precios muy atractivos. No obstante, en la actualidad es mucho más complicado continuar con dicho esquema (y particularmente, en España). De un lado, no es tan sencillo para las entidades de crédito seguir prestando fondos a tan largo plazo y, de otro, el precio ofrecido a los promotores es mucho más alto debido a la distinta sensibilidad en la percepción del riesgo y al coste más elevado que están sufriendo las entidades de crédito en su propia financiación.

Aceptada dicha realidad, la duda es obvia: ¿qué alternativas hay para financiar todas las infraestructuras que son necesarias para el desarrollo de nuestra economía? A mi juicio, la respuesta es clara: la captación de fondos en el mercado de capitales mediante la emisión de bonos. En efecto, los inversores institucionales (desde compañías aseguradoras hasta fondos de pensiones) tienen apetito por invertir en proyectos solventes que garanticen una tasa de retorno atractiva. En la actualidad, tales inversores carecen del medio adecuado para canalizar dicho interés. Y dicho medio no es otro que los denominados project bonds o bonos cuyo riesgo subyacente está ligado a la ejecución de una infraestructura.

No se trata de una técnica novedosa; de hecho, su origen se remonta a comienzos de la década de los noventa, donde la forma de financiación habitual en Estados Unidos de las grandes infraestructuras era mediante la emisión de project bonds. No obstante, dicha técnica fue paulatinamente arrinconada como consecuencia de la mayor capacidad de las entidades de crédito para prestar a largo plazo y a tipos altamente competitivos. Ahora bien, desde el comienzo de la crisis de crédito a mediados del año 2008 hemos asistido a un constante crecimiento del mercado de project bonds en todas las regiones del planeta (desde Oriente Próximo hasta Canadá pasando por Reino Unido).

Es más, el futuro de dicha técnica parece asegurado, pues, tal y como anunció el presidente de la Unión Europea, José Manuel Barroso, en su discurso sobre el Estado de la Unión el pasado 7 de septiembre de 2010, la Comisión Europea, conjuntamente con el Banco Europeo de Inversiones, ha puesto en marcha la denominada Euro 2020 Project Bond Initiative con el objetivo de estudiar las diversas fórmulas que permitan financiar el desarrollo de infraestructuras mediante la emisión por empresas privadas de bonos que cuenten con el respaldo de las instituciones europeas. Tras la publicación el pasado 28 de febrero del documento de consulta de dicha iniciativa, a principios de julio la Comisión Europea ha dado a conocer las reflexiones que dicho documento ha suscitado y, habida cuenta de la calurosa acogida, no hay duda de la firme voluntad tanto del sector público como del sector privado de cumplir con el calendario marcado y poder disfrutar de dicha iniciativa a partir del año 2014.

Ahora bien, ¿y hasta entonces?, ¿es posible financiar nuevas infraestructuras mediante project bonds? La respuesta es claramente afirmativa y encuentra su fundamento tanto en razones económicas como jurídicas. En efecto, de un lado, es indudable que existe un abanico de inversores que no han tenido acceso a la inversión en infraestructuras y que tienen interés en ampliar su espectro de inversiones (a título de ejemplo, basta comprobar la demanda que han tenido las últimas emisiones de project bonds sobre infraestructuras en diversas localizaciones geográficas que, sin gozar de la máxima calificación crediticia, han sido sobresuscritas). De otro, existen los mecanismos jurídicos adecuados para implementar tales estructuras en cualquier parte del mundo (y en particular, en España).

A la luz de todo lo anterior, es posible concluir con escaso margen de error que el actual sistema de financiación de infraestructuras cambiará de manera irreversible y todo apunta a que la captación de fondos acudiendo a los mercados de capitales mediante la emisión de project bonds no solo es una alternativa, sino una necesidad real.

Eduardo García es socio de Clifford Chance.

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