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Reportaje:TENIS | Abierto de Estados Unidos

"No tuve puntos gratis"

La movilidad lateral de Djokovic y su transición defensa-ataque, claves en el duelo con Nadal, martirizado por su servicio

"¿Tú cuándo cantas los out? ¿Cuándo los canta él o cuando los ves tú? No lo entiendo. La bola se ve, no se piensa". Es lunes y se vive una tarde de triples rugidos. Ruge Rafael Nadal a Carlos Ramos, el juez de silla, mientras disputa la final del Abierto de Estados Unidos en una tarde fea, llena de vientos y remolinos. Ruge Novak Djokovic, su contrario, cuando hace de cada pelota un castigo, de cada intercambio un ataque, despiadado, brillante y duro. Rugen, en definitiva, 25.000 espectadores, que al calor de la cerveza ven cómo Nadal se adelanta en el primer set (2-0) e inmediatamente encaja un 0-6 (6-2); cómo su cerebro le aúpa a una nueva brecha en la segunda manga (2-0) inmediatamente neutralizada por el número uno (6-4); y cómo, ya con todo perdido, protagoniza un fogonazo glorioso, hecho de fuerza y deseo, que le retrata como un coloso decidido a despedirse con un marcador que le ayude para el futuro: el serbio saca por el encuentro, pierde el servicio, y solo su fenomenal repertorio le permite sobrevivir a la carga del número dos del mundo (6-2, 6-4, 6-7 y 6-1).

Toni: "Intentamos defender por el centro, no intercambiar tantas bolas sobre su revés"
Rafa: "Estuve listo para aceptar los retos y los problemas, pero el saque no me ayudó"
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Colosal Djokovic

Esa es la foto fija de la final de lunes. La película del encuentro, sin embargo, está hecha de miles de peloteos. Un puñado de razones estratégicas explican por qué Djokovic lleva tres grandes vencidos en 2011 (Abierto de Australia, Wimbledon y Abierto de Estados Unidos) y seis victorias seguidas en otras tantas finales sobre mallorquín. Ayudado por la mala tarde al saque de Nadal (58% de primeros en la manga inaugural para un 68% de media) Djokovic ganó el partido desde las orillas. Su cobertura lateral de la pista fue impresionante. Nadal la igualó metro a metro, centímetro a centímetro y palmo a palmo, haciendo de cada punto un mundo de sufrimientos. El serbio superó al español en el siguiente paso. Su transición defensa-ataque fue centelleante. Nadal creyó encontrar el camino para neutralizarla, y, en el fragor de la batalla, no perseveró en el camino. Su plan tenía la sencillez de lo brillante: para evitar los tiros cruzados del serbio, que le ponían a correr, había que negarle los ángulos.

"Djokovic llega a bolas increíbles, como lo hace Rafael, así que intentamos defender más por el centro, no intercambiar tantas bolas sobre su revés, por ejemplo, porque él tiene desde ahí los dos tiros muy buenos, tanto el cruzado como el paralelo", razonó Toni Nadal, tío y técnico del número dos mundial, mientras esperaba a su sobrino para coger un avión privado de Nueva York a Córdoba, donde es improbable que el mallorquín, agotado, compita el viernes, ante Francia y en semifinales de la Copa Davis. "Salimos con la idea bien aprendida. Incomprensiblemente, luego en el tercer juego no lo hizo bien", prosiguió. "No ha tenido continuidad. La idea era combinar reveses altos y cortados, pero no cortar todo el tiempo, porque entonces solo pasas a defenderte, y así no le gastas. Era combinar las dos cosas. Novak es un jugador diferente, que llega a bolas increíbles y después tiene una facilidad muy buena para pegarle".

Como durante todo el torneo, el revés del español se quedó frecuentemente corto. Cada uno de esos golpes fue una oportunidad para que Nole diera un paso dentro de la pista y dominara. Por ahí y el servicio empezó una sangría de once breaks contra Nadal. Muchos.

"Estuve listo para aceptar los retos y los problemas, pero el saque no me ayudó: no empecé los puntos con ventaja. Muchas veces los empecé en una posición peor que él conmigo sacando, y eso fue muy duro", reconoció el número dos, al que le quemaban en los pies los restos del serbio. "No tuve puntos gratis. Tengo que recuperar mi saque", dijo cuando ya había cedido su corona de 2010 al serbio.

"Y yo, para celebrarlo", dijo mientras circulaba el champaña su verdugo, riéndose de su estricta dieta y con la piel morena picada de blancas manchas; "esta noche voy a comer un montón de cosas con gluten... y a beber alcohol".

Nadal, por supuesto, no se dedicó a eso. Él está a otra cosa, tiene otro objetivo y ya se ha echado al monte. Está de caza: "Sé que estoy en el camino. Voy a perseguir el objetivo hasta conseguirlo, y si no me iré de este circuito con la tranquilidad de haber hecho todo lo que he podido. He recuperado todo lo que tengo que recuperar para afrontar el reto que me viene. Sé lo que tengo que hacer... y voy a trabajar para conseguirlo hasta que lo consiga".

Nadal corre para devolver una bola en su partido ante Djokovic.
Nadal corre para devolver una bola en su partido ante Djokovic.ELISA AMENDOLA (AP)

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