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La vicepresidenta admite que España va a crecer menos de lo previsto

Claudi Pérez

No es fácil hacer previsiones económicas en tiempos revueltos, y el Gobierno ha acertado más que nadie desde que se inició la crisis: ni las casas de análisis españolas ni las extranjeras ni mucho menos el Fondo Monetario Internacional han tenido el acierto del Ejecutivo desde aquel verano de las hipotecas basura -2007- a la hora de prever la evolución de la economía española. Pero no parece que las cosas vayan a seguir por ese camino: Economía prevé que el PIB crezca el 1,3% este año, pero la desaceleración mundial empieza a percutir con fuerza sobre la economía española. "No sería descabellado pensar en un menor crecimiento para este año", dijo la vicepresidenta Elena Salgado ante medio centenar de periodistas, justo antes de negar varias veces que el Ejecutivo vaya a cambiar su previsión.

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La previsión de crecimiento es una cifra fundamental para España: de la senda de recuperación (ese 1,3% a todas luces optimista para este año, y un 2,3% que ahora mismo se antoja descabellado para 2012) depende el cumplimiento de los objetivos de déficit para dejar el desfase de las arcas públicas en el 3% del PIB en 2013. Cualquier desviación en ese dato puede ocasionar problemas con Bruselas.

Sordina al pesimismo

"Evidentemente, una disminución en el avance de la economía global va a afectar a todas las economías y a la española también, aunque solo ligeramente", a juicio de Salgado. La vicepresidenta apuntó al fuerte aumento de las exportaciones, la mejoría del turismo, la caída de las importaciones y el retroceso del precio del petróleo para poner en sordina el pesimismo con respecto al futuro próximo del PIB.

En el fondo, España es uno de los laboratorios del debate internacional entre austeridad y estímulos públicos. El Gobierno puso en marcha uno de los planes de estímulo más ambiciosos del mundo cuando la crisis se desató. Con la llegada de las turbulencias en el mercado de deuda, ha sido uno de los países europeos con recortes más agresivos, ante las dudas de los inversores y el contagio de la crisis griega. Esa austeridad es vital para la credibilidad del Tesoro español en los mercados, pero a su vez puede poner en peligro la reactivación: frente a quienes piensan que España tiene un problema de gasto público, de déficit excesivo, cada vez más expertos apuntan a la insuficiencia del crecimiento y de la recaudación de impuestos como el principal motivo de la preocupación de los mercados; las empresas, por ejemplo, pagan por el Impuesto de Sociedades menos del 10% de sus beneficios.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.
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