El más serio del muelle
ELS VENTS, salazones, arroces y tartares en el puerto de Alicante
A los pocos meses de su inauguración, octubre de 2009, Els Vents era ya un restaurante consolidado. Casi dos años después, con el equipo perfectamente rodado, se ha convertido en un lugar donde se come bien pero que parece haber surgido de una década anterior. Tal es el propósito de su propietario, el joven cocinero José Antonio Sánchez, en cuyo currículo figuran aprendizajes en restaurantes de tanta envergadura como Zuberoa (Oyarzun), Drolma (Barcelona) y Rodero (Pamplona). Es lógico que sus platos, de corte contemporáneo, respiren un clasicismo renovado y que la carta abunde en sugerencias de temporada con arreglo a la rotación estacional. Setas y caza en otoño, trufas en invierno, verduras en primavera, atún y sopas frías en verano. Respeto riguroso a la naturaleza que cada vez se observa menos en todos lados. Ortodoxia que se hace extensiva al servicio de sala, que dirige Tomás Moreno, locuaz y muy concienciado. O a la ambientación de sus comedores, incluidos manteles y cristalería, particularmente cuidados. Y a la lista de vinos, que dirige el sumiller Jacobo Anguiano, que gestiona marcas de medio mundo a precios moderados. En suma, un reparto de papeles riguroso que alcanza a la propia cocina, cuyo jefe, Vittorio Bedin, trabaja a las órdenes de Sánchez.
ELS VENTS
PUNTUACIÓN: 7
Puerto de Alicante. Muelle de Levante, planta 1ª, local 1. Alicante. Teléfono: 965 21 52 26. Cierra: domingos noche y lunes. Precio: entre 50 y 70 euros por persona. Menú largo y estrecho, 75 euros. Tartar de quisquillas y espardeñas, 20. Arroz de pulpo y espardeñas, 18. Cabrito asado tradicional, 26. Mundo de chocolate, 9.
Medias raciones y tapitas
Hablamos de un restaurante serio, de ideas claras, que por su emplazamiento, a media altura sobre el muelle del puerto de Alicante, rodeado de una oferta hostelera mucho más desenfadada, parece asentarse en el lugar inadecuado. Y sin embargo no es del todo así. La casa brinda la opción de negociar medias raciones y tapitas y componer menús informales. Tampoco la carta, de enunciados tan rutinarios que casi incitan a salir corriendo, ayuda a comprender sus especialidades. De hecho, ni una sola de sus sugerencias aparenta lo que hay detrás. Después de los aperitivos de cortesía, sorprenden sus panes, grandes, de sabores agradables, que se sirven templados. De entrada un tartar de atún con cerezas y queso de cabra, plato de alto riesgo (pescado, frutas y lácteos), que pocos se atreverían a explicar cómo está tan logrado. Más fácil de entender, el tartar de espardeñas y quisquillas, crustáceo en el que Sánchez es un especialista, plato muy delicado. Aciertos que se hacen extensivos al tercer entrante, la ensalada de gazapo en escabeche con trufa de verano, muy armoniosa. A medida que avanza la degustación quedan en evidencia dos de sus grandes méritos, la habilidad para los aliños y la calidad de las materias primas, patente en mariscos, carnes y pescados. No desmerece el steak tartar, de aderezo clásico, y resulta muy fino el cabrito asado con puré. Sánchez tampoco ignora que en Alicante es preceptivo cumplir con las dos debilidades gastronómicas de la ciudad, las salazones de pescado (huevas de atún, de mújol, mojama, bacalao) y los arroces, repertorio que incluye especialidades singulares, como el arroz de congrio y carabineros, el de pulpo y espardeñas, los de mero y los de atún. Y para concluir algunos postres con altos y bajos acusados. Carece de interés la sandía con maracuyá y citronela, es acertado el jugo de melón con helado, y fantástico el mundo de chocolate. A la hora de reservar, nada como su terraza con vistas sobre el puerto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.