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LAS CLAVES DEL NUEVO CURSO POLÍTICO

Euskadi ensaya la cohabitación total

Las elecciones del 20-N, los presupuestos y el debate fiscal pondrán a prueba las relaciones entre los cuatro partidos que gobiernan en minoría las instituciones

La cita en las urnas del 20-N va a marcar el compás del nuevo curso político que se abre la próxima semana casi desde su mismo inicio. Apenas recuperados del descalabro electoral de mayo, los socialistas afrontan su segunda cita con las urnas en apenas seis meses con la esperanza de salir mejor parados en unos comicios que siempre se le han dado bien en Euskadi, las generales, pero a los que esta vez llegan con muchas más sombras. En paralelo, se abrirán las negociaciones presupuestarias en las cuatro principales instituciones en las que, por vez primera, cada una está gobernada por un partido distinto: el PSE en el Ejecutivo, el PNV en la Diputación de Bizkaia, el PP en Álava y Bildu en Gipuzkoa. Y todos ellos en minoría.

El Gobierno iniciará el curso abriendo varios melones a la vez y con ganas de debatir para que sus rivales "se retraten" en materia fiscal, arquitectura institucional y sostenibilidad del Estado del bienestar, tres de las cuestiones que el lehendakari, Patxi López, planteará en el pleno de política general del 29 de septiembre.

» La relación PSE-PP. La rivalidad entre los socialistas y su socio preferente va a aumentar a medida que se acerquen las elecciones, lo que va a coincidir con la negociación de los terceros presupuestos del Ejecutivo. Fuentes de Presidencia dan por hecho que los comicios llevarán a los dos partidos a marcar perfil propio. "Pero ya nos conocemos", añaden dichas fuentes, que consideran que, mientras no haya cambios sustanciales en las cuestiones centrales del pacto, las chispas no llegarán a llamas. Lo mismo se opina del lado del PP. Los populares necesitan necesitan respaldo en la Diputación de Álava para sacar adelante las cuentas y solo con el PSE no suman mayoría, lo que añade cierta incertidumbre a la ecuación.

» Convivencia y final de ETA. El Gobierno considera imprescindible mantener las exigencias a la izquierda abertzale para que culmine el recorrido que le solicitan los demás partidos: una exigencia pública a la banda para que anuncie su final definitivo sin condiciones y una revisión crítica del dolor causado por sus más de 800 asesinatos. El plan de convivencia que López presentará en el pleno de política general buscará marcar además el camino a recorrer para que "entre todos", una vez que ETA dé los últimos y previssibles pasos hacia su final, se asienten los cimientos que permitan una "convivencia plural" y consoliden un relato que permita hacer pedagogía para el futuro.

» Fiscalidad y empleo. El Ejecutivo incidirá en el debate fiscal poniendo énfasis primero en la lucha contra el fraude -"sus efectos son inmediatos en comparación con los cambios normativos", alega Lehendakaritza-, planteando a las Diputaciones planes de actuación conjunta y una mayor interconexión entre las bases de datos de las Haciendas forales, la Seguridad Social y Lanbide. Además planteará cambios para incrementar la presión fiscal sobre los más ricos. Ese debate va a poner a prueba la posibilidad de cohabitación entre cuatro instituciones gobernadas cada una por un partido distinto.

El PNV se ha alineado tras los planteamientos de su diputado general vizcaíno, José Luis Bilbao, contrarios a cualquier subida de impuestos, mientras que el PP quiere priorizar la salida de la crisis y rechazará cualquier cambio tributario que merme la competitividad de las empresas. En materia de empleo, el Gobierno planteará un nuevo plan con apoyo público e implicación del sector privado para que se "comprometa" con la salida de la crisis.

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» Recortes. La recaudación tributaria no va a regresar a los niveles de 2007 al menos hasta dentro de tres años. Estos niveles inferiores a los previstos y la persistencia de la crisis, además de cuestiones como la devolución de 435 millones al Gobierno central por el caso Rover y las multas de la UE por las vacaciones fiscales, obligarán al Ejecutivo a pasar otra vez la tijera. También está pendiente el debate sobre la eficiencia del sistema institucional vasco para garantizar la sostenibilidad del Estado del bienestar.

La llegada al Parlamento de la ley Municipal, cuyo proyecto aprobará el martes el Consejo de Gobierno, completará el debate sobre la arquitectura institucional. Frente al "tres territorios, un país" que defiende el Ejecutivo, queda por ver cuál será la postura de PP, PNV y Bildu ante lo que podrían interpretar como una merma del poder foral.

» El mapa soberanista. Los movimientos se suceden en el espacio independentista. Tras lograr la mayor cota de poder de su historia integrada en la coalición Bildu, la izquierda abertzale se enfrentará los próximos meses al férreo marcaje de unos rivales que mirarán con lupa tanto su gestión como sus guiños a ETA. La polvareda levantada por las declaraciones sobre las víctimas de Martin Garitano, diputado general de Gipuzkoa, ha hecho que todos los partidos menos sus socios le exijan explicaciones y un cambio de actitud, aunque la falta de respaldo del PNV imposibilita la opción de la moción de censura. En paralelo, Aralar medita si unirse a Bildu para concurrir juntos el 20-N mientras sus socios en NaBai (el PNV y los independientes) avisan que ello haría saltar por los aires la coalición.

Y falta por resolverse el divorcio entre los sectores de EB, cuyo enfrentamiento llegó al máximo tras el escándalo de la negociación a cambio de puestos y dinero para apoyar al PNV en Álava.

Cuatro frentes abiertos para el PNV

El PNV va a tener que afrontar en paralelo cuatro frentes de alto calibre en los próximos meses. Las elecciones del 20-N pueden tener como corolario, en caso de una mayoría absoluta de un PP que ya ha tejido lazos con CiU en Cataluña, la pérdida de la que ha sido la principal baza de poder peneuvista para compensar su salida del Gobierno vasco en 2009: su influencia en Madrid por medio de su grupo parlamentario.

En segundo lugar figura la amenaza de Bildu, que ya le ha desbancado en Gipuzkoa y aspira a relevarle como la fuerza hegemónica del nacionalismo y tras cuya irrupción la formación dirigida por Iñigo Urkullu ha exhibido su perfil más soberanista.

El PNV se halla además a punto de embarcarse en el proceso interno que culminará con su asamblea general en enero, que supondrá la renovación de la presidencia del partido, en la que todo apunta a una repetición del mandato de Iñigo Urkullu, y del EBB, primero, y de las ejecutivas territoriales después.

Y, finalmente, el escándalo de la supuesta trama de corrupción del caso De Miguel. El desfile de varios de los principales imputados por los juzgados y el preludio del juicio por espionaje político al exdirigente peneuvista alavés Aitor Tellería y a dos ertzainas desgastarán la imagen del partido con la cita del 20-N esperando a la vuelta de la esquina.

La línea de los peneuvistas desde la salida del Ejecutivo de Juan José Ibarretxe se había caracterizado por un discurso que enfatizaba las actuaciones frente a la crisis y las críticas al Gobierno de Patxi López, dejando en segundo plano la autodeterminación. Pero desde el 22-M, el efecto Bildu y los malos resultados en Gipuzkoa, donde los peneuvistas han visto su poder reducido a cuatro Ayuntamientos menores, parecen haber llevado al partido a poner en primera fila de nuevo su discurso más soberanista.

El 20-N permitirá ver cómo asume el cambio su electorado de Bizkaia, su principal feudo y único territorio donde mantuvo en mayo.

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