"Queremos mayor y mejor competencia entre las empresas"
El año que viene, México ostentará la presidencia del G-20. Se convertirá en el segundo país en desarrollo, después de Corea del Sur, en liderar los trabajos de esta organización que congrega a las 20 economías más importantes del mundo y que supone en torno al 85% del PIB mundial. Gerardo Rodríguez Regordosa, subsecretario (viceministro) de Hacienda y Crédito Público de México, tiene muy claro cuáles son las intenciones de su país en la próxima cumbre: "Volver a encauzar y redirigir la agenda económica y financiera" del grupo y demostrar que México es capaz de liderar e impulsar medidas a nivel global. Recientemente conversó con EL PAÍS en Madrid.
Pregunta. ¿Ha perdido el G-20 potencial tras la crisis financiera?
"Nuestro objetivo es volver a encauzar la agenda económica del G-20"
"México se caracteriza por un crecimiento sin desequilibrios"
"Tenemos un mercado laboral muy rígido, como España"
Respuesta. El G-20 es el foro económico financiero por excelencia. Este grupo ha sido muy productivo durante la crisis por dos razones: supo que había una urgencia en resolver, o al menos disminuir, los problemas de los distintos sistemas financieros y vio la necesidad de acotar la agenda para reducir los efectos transversales de la crisis económica. Esa gran productividad que mostró el G-20 en ese momento demuestra la eficiencia del grupo. Lo que sí es cierto es que últimamente el G-20 ha cargado con demasiados temas y tal vez se haya desencaminado un poco de los temas económicos. De ahí que haya decaído y algunos hayan fomentado esa idea de que, en el fondo, el G-20 es ineficiente. Los mexicanos estamos convencidos de que un grupo como el G-20 es necesario, aún más en una situación tan complicada como la que está viviendo el mundo en estos momentos.
P. México relevará en la presidencia del G-20 a Francia en la próxima cumbre de Cannes (3 y 4 de noviembre). ¿Qué objetivos se ha marcado su Gobierno para ese mandato?
R. Uno de nuestros propósitos es volver a encauzar y redirigir la agenda económica del grupo en los temas que tienen más prioridad, como son los económicos y los financieros. Hay dos componentes muy relevantes que se están llevando a cabo en estos momentos en el G-20, y México pretende fomentarlos y ampliarlos durante su presidencia: por un lado, seguir con la agenda de regulación financiera, y por el otro, todo lo relacionado con la necesidad de impulsar el crecimiento sostenible, encontrar posibles soluciones para la estabilización financiera, intentar paliar la guerra de divisas y procurar reducir los desbalances que existen a nivel global. Esos dos factores son el corazón del grupo y alrededor de ellos es en lo que vamos a trabajar durante los próximos meses.
P. México es ya una potencia económica, pero crece bastante menos que otros países latinoamericanos y que la mayoría de las naciones emergentes.
R. Si vemos lo que está pasando con los países emergentes después de la crisis, muchos de ellos están experimentando un proceso de sobrecalentamiento de sus economías, como es el caso de Brasil. Esto les ocurre precisamente porque están creciendo de manera insostenible por encima de su potencial. México es una economía que se caracteriza por un crecimiento sin desequilibrios, ni fiscales, ni externos, y con una inflación que se encuentra bajo control en torno al 3,18%. A pesar de estar creciendo por encima de nuestras expectativas, es cierto que México sí tiene un balance de crecimiento en términos del PIB menor que otros países latinoamericanos, pero a largo plazo el Gobierno mexicano cree que estas políticas tienen una perspectiva mucho más sostenible.
P. Según el FMI y el Banco Mundial, la mitad de los mexicanos viven bajo el umbral de la pobreza. ¿Cómo es posible?
R. En los últimos 40 años hemos disminuido la pobreza en las regiones más desfavorecidas de nuestro país. Ahora hay más personas de clase media que comienzan a consumir otra clase de bienes, como es poder tener un refrigerador en sus casas o incluso adquirir un vocho (un coche Volkswagen Escarabajo). Pero sí, hay que reconocer que México debe seguir trabajando en este sentido, y por eso estamos desarrollando nuevas políticas en educación y, sobre todo, en empleo. Como en España, en nuestro país tenemos un mercado laboral muy rígido, y por eso desde el Gobierno intentamos impulsar nuevas reformas que fomenten la flexibilidad y la productividad laboral, como es poder contratar y despedir con mayor facilidad a los empleados.
P. Ha mencionado a España, el segundo inversor en México después de EE UU. ¿En qué sectores les gustaría que se incrementara esa inversión?
R. Las inversiones extranjeras cada vez son mayores en México. En los últimos años hemos ampliado nuestros negocios no solo con entidades bancarias españolas, como
BBVA o Santander, o compañías eléctricas, como
Acciona o Iberdrola, sino también con pequeñas empresas. Lo cierto es que nos gustaría tener más presencia española en sectores como el tecnológico, donde México aún tiene un largo camino que recorrer. Buscamos reducir nuestra dependencia comercial de EE UU, que acapara alrededor del 78%-80% de nuestras exportaciones. México busca nuevos inversores, razón por la cual somos uno de los países latinoamericanos con más acuerdos comerciales con el exterior.
P. ¿El hecho de que existan monopolios y oligopolios en el mercado mexicano puede ahuyentar a inversores extranjeros, como en el sector de las telecomunicaciones?
R. Desde que México está experimentando un crecimiento económico, algunos sectores no se han regulado como es debido y algunas firmas se han adueñado del mercado. Para mitigar este problema, el Gobierno ya ha puesto en marcha las reformas necesarias para conseguir una mayor y mejor competencia entre las empresas. En cuanto a las telecomunicaciones, se han desarrollado nuevas medidas, como la reducción de los precios de interconexión. Pretendemos impulsar prácticas de libre competencia con el fin de ser más competitivos y más eficientes.
P. Hablando de eficiencia, ¿cómo ve la gestión de la crisis por parte de la Unión Europea?
R. El caso europeo es muy complejo, tanto por su estructura política como por la económica, en la que interceden varios actores que actúan según sus propios intereses, incluido el del Banco Central Europeo. Esto está dificultando que se llegue a una única solución y se tomen las medidas de fondo para salir y resolver de una manera estructural los problemas de la crisis. La situación actual de Europa no ha permitido que haya ese reconocimiento franco de los problemas que tienen de deuda soberana algunos países. Nosotros los mexicanos, con la crisis del Tequilazo en los años noventa, reconocimos que necesitábamos ayuda, y por eso recurrimos al FMI y a la banca estadounidense. Lo que sí parece en el extranjero es que en Europa se han tomado decisiones para posponer las soluciones estructurales de los problemas y que los Estados de la UE no consiguen ponerse de acuerdo.
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