Sangre, sudor y... Kittel
El alemán gana en Talavera tras una caída masiva a poco más de 100 metros de la meta
Todos los equipos durmieron el jueves en Córdoba. Les tocaba desplazarse a Almadén y de allí a Talavera de la Reina. El primer tramo lo hicieron en autobús, con atasco incluido, por culpa de un semáforo incómodo en uno de los apenas cuatro pueblos que se cruzan en más de 300 kilómetros. Un atasco premonitorio de un final infeliz que propuso la habitual caída de la primera semana, la primera montonera, la primera sangre colectiva, nada más sortear la última curva, a poco más de 100 metros de la meta.
Se adivinaba un sprint clásico. Además, con todos los favoritos en primera fila, incluido Sastre, recuperado. ¿Bennati, Farrar, Sagan, Petacchi, Freire, Sutton? Y... ¡zas!, todos al suelo. Golan que se enreda con Farrar y se dan un costalazo tremendo, con varias vueltas, y el resto que tropieza con ellos, que los pisa, que se van al suelo: 10, 20, 30..., todos en el costado derecho. Llama la atención la sangre en los rostros, los brazos, las piernas, pero duelen sobre todo las muñecas. Por allí andan varios favoritos que circulaban en cabeza para evitar sorpresas y se llevaron el susto del día. Se fueron al suelo Scarponi, el más dañado de los ilustres; Nibali, Rodríguez... Y los médicos, a evaluar daños porque llegan tres días complicados: El Escorial, La Covatilla, la contrarreloj.
De aquella caída se salvaron una docena de ciclistas. Y entre ellos ganó Marcel Kittel, un alemán de 23 años, que nació como contrarrelojista y se ha convertido en velocista. "Como ya no voy a ser escalador, quiero estar entre los mejores sprinters", dice. Lleva 13 victorias este año. Era la dura contradición entre la alegría y el dolor. Freire se salvó, pero solo fue tercero. Purito cayó, pero se lo tomó con ironía: "Como llevaba muchos por delante más grandes que yo, caí en blando". El tamaño sí importa.
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