El eje franco-alemán aplaza un debate espinoso
Si buena parte de la cumbre franco-alemana se centró en acelerar propuestas que sirvan de cimientos al Gobierno económico de la zona euro, en el caso de los eurobonos, Merkel y Sarkozy optaron por dar patada hacia adelante y seguir el largo procedimiento habitual en la UE para evitar un debate espinoso. El argumento de ambos líderes es que sería como empezar la casa por el tejado: el desarrollo de los eurobonos implicaría que todos los países de la zona euro garantizan la emisión que haga cualquiera de los Diecisiete de estos títulos. Si no hay antes una cierta armonización presupuestaria o del ritmo de crecimiento, la emisión de eurobonos sería un ejercicio de solidaridad absoluta desde los países más estables a los que menos capacidad tienen para pagar sus deudas.
Hay razones menos confesables. Solo el anuncio de la medida haría dudar a las agencias de rating sobre la pertinencia de mantener la máxima calificación para ambos países, ya que son los que tendrían que asumir buena parte del pago en caso de que otro país no cumpliera con su deuda en eurobonos. Los tipos de interés a los que ambos países colocan sus títulos también subirían para reflejar ese aumento de riesgo: el instituto Ifo, con sede en Múnich, calcula que las arcas alemanas deberían afrontar un sobrecoste de 47.000 millones de euros al año. Y, sobre todo, en Alemania muchos políticos y académicos creen que una medida así, que abarata el coste de la deuda a los países más endeudados, les permite prolongar las políticas que les han llevado a esta situación.
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