Morteruelo y ajoarriero entre cascadas de agua
Con esto de actuar me da tiempo a poca cosa, respiros los justos y aperitivos los menos; pero ¡qué aperitivos cuando caen! Mi padre es de Fuentealbilla -sí, como Iniesta el del Barça- y mi madre de La Vega del Codorno, en Cuenca. Al primero, voy poco, pero al de mi madre me escapo siempre que puedo. Allí pasaba los veranos, cerca del nacimiento del río Cuervo, en plena serranía conquense. Es una tradición que mantengo. Cojo, me echo los calcetines, ato los cordones y subo el sendero hasta arriba, hasta el nacimiento. Allí me esperan las cascadas, los colores de temporada, los pinos... Pero el mejor momento llega a la bajada. Hay tres restaurantes que cuando llega el buen tiempo sacan unas mesitas y una se sienta y acepta la cervecita como los niños el recreo en el colegio. Ese paisaje, las piernas en reposo, el azul celeste amable... Puro bienestar. Luego llega el aperitivo y con él, las delicias del lugar: un poquito de ajoarriero, algo de morteruelo, quizá unas papas, aceitunas y a echar horas al suelo. Habré visto el nacimiento unas 20.000 veces, pero no me canso. He aprendido a degustar cada momento, a esperar a ver los saltos de agua, igual que los colores estivales del río aguantan pacientemente a que remitan los azules fríos de invierno. Me gusta eso, la calma del pueblo. Ver correr chatos de vino en el bar durante el aperitivo y esperar que llegue el resolí perezoso de después de comer. El resolí es un licor de Cuenca, una especie de orujo pero con sabor a café, por cierto.
Nani Jiménez es actriz
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