Volver a empezar

Empieza el curso y lo hace con la Supercopa, que pocas veces hizo tanto honor a su nombre porque no hay dos equipos más competitivos en la Liga y quizás en toda Europa. Pero no se llega a la cita en igualdad de condiciones, con el Madrid más entonado y efervescente, con el Barça tibio en lo físico, que no en lo futbolístico porque hay cosas que no se olvidan. Tampoco se borra de la memoria la sucesión de encuentros del curso anterior ni la crispación vivida, como el 5-0 del Camp Nou.

Sucede ahora que vuelven a encontrarse dos rivales más que conocidos como aperitivo de un duelo que se presagia mayúsculo durante el año. El Barça busca nuevos retos; el Madrid y Mourinho, hacerse con la corona de su rival.

En la pretemporada, el equipo azulgrana, el campeón, se ha permitido perder el tiempo y dar reposo a los suyos, con seis torneos por delante. El Madrid, el aspirante, por más que Mourinho le restara trascendencia -"es el torneo más importante del verano y el que menos del año", dijo-, se ha preparado a conciencia para la cita, como indica la estrategia de abrir ayer las puertas del Bernabéu para ver el entrenamiento -55.000 aficionados-, para alimentar la voracidad del equipo.

Es, en cualquier caso, un duelo enmarcado en la normalidad, algo que se perdió en el curso anterior, hasta el punto de que el seleccionador, Del Bosque, expresó su preocupación porque la relación entre los jugadores se ha resquebrajado. Aunque Mourinho, de nuevo ácido, criticó a la UEFA, pero no apuntó al Barça. El balón, entonces, cobra el protagonismo.

Mermado en lo físico, el Barça argumenta que al fútbol se juega con la pelota en los pies y que lo hace mejor que nadie. Tesis que rebate el Madrid, de buena bota y mejor cuerpo, excelente en la pretemporada. Gira el balón y llega al Barça Messi, mentalizado de que el curso empieza aquí; replica en el Madrid Cristiano, confiado en que acabe de otro modo.