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EL APERITIVO DE | Carmen Alborch
Columna
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La mojama de Alcoi, la cerveza, el 'sushi' y el vino

Mariscal decía hace algunos años que en Valencia la vida era fácil porque si algo no iba bien te ibas a la Malva-rosa, te tomabas una cervecita y te cambiaba el estado de ánimo. Aunque la cerveza no es mi aperitivo ideal, la asocio con el alivio de la pausa en el trabajo, inmediatamente antes de la comida. Recuerdo las primeras cervezas belgas que tomé y la japonesa con mi primer sushi. Ahora saboreo las de aquí, las artesanales. El primer aperitivo que aparece en mi memoria es el vermú con papas y aceitunas rellenas que tomaban mis padres con sus amigos, algunos domingos, en el antiguo aeropuerto de Valencia. Un buen martini, uhmm, se puede tomar en muchas partes del mundo, aunque prefiero saborear las especialidades que, además, pueden ser evocadoras. A pesar de las bondades de algunas bebidas, si tuviera que elegir, me quedaría con el vino y con los aperitivos caseros. Recuerdo la mojama que traía mi abuelo desde Alcoi y la que compro ahora con Josevi en el Mercat Central. Son todos estos aperitivos que relaciono con la amistad, la generosidad, el saber y el placer. Vicente Todoli siempre nos sorprende con sus últimos descubrimientos, siempre es sugerente la conversación en torno a la mesa de los Navarro Baldeweg. La hospitalidad y el conocimiento combinan especialmente en la bodega de Parcent de la familia Gutiérrez de la Vega. Por cierto, hace años, en un delicioso viaje a Oporto y a San Sadurní, proyecté escribir historias sobre las mujeres y la vinicultura. Os deseo un buen brindis.

Carmen Alborch es exministra de Cultura.

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