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Reportaje:31 PRODUCTOS QUE ESTREMECIERON AL MUNDO

Cereal árabe

Los seguidores del código de Hammurabi, en general hijos de Mesopotamia, estaban al corriente por los escritos de su rey de que los dátiles tenían dos especiales utilidades: se comían y también se bebían, convertidos en alcohol según las técnicas cerveceras de la época. Pero ante todo los comían, en especial los dioses, que según cuentan consumían con inagotable apetito los 450 litros de estos frutos que recibían todos los días de sus fieles. Anu, Antu, Ishtar y Nanaia, deidades todas residentes en el magnífico templo de Uruk, se solazaban con su dulzor, aunque sin duda alguna parte de la dádiva la comerían sus fieles sacerdotes. Así lo señalan las tablillas seleúcidas, que es tanto como decir la crónica de los hechos acaecidos tras el imperio de Alejandro Magno.

El dátil es a la cultura árabe lo que los cereales a la nuestra

Debían estar orondos los dioses y las diosas, y sus servidores, habida cuenta del alto contenido energético del producto en cuestión, que era capaz de alimentar a un beduino durante tres días con la sencilla fórmula de comer un día la piel, al siguiente la carne y el tercero el hueso, de forma que con ligero equipaje podían desplazarse los señores del desierto a la búsqueda del oasis perdido. Eso refiere la historia o la leyenda, que tanto da.

No es lo mismo, pero sí es igual: el dátil es a la cultura árabe lo que algunos cereales a la nuestra. Los habitantes de aquellos lugares lo tienen en un pedestal ya que logró sacarlos del atolladero de las hambres cuando debían desplazarse a través del desierto contando con sus solas fuerzas más la leche de sus rebaños... y los duraderos dátiles. En Persia los adoraron, en Arabia Saudí los comieron como base de su sustento, y en Egipto, adonde llegaron por la ruta que viene del Paraíso Terrenal, se tomaban como fruta y fuente de dulzor, por lo que nunca se olvidaba situarlos en las cámaras funerarias, por si en la larga noche de los tiempos el difunto tenía un antojo.

La cocina árabe, y como consecuencia la hispana dependiente de aquella cultura los utiliza sin pudor, tanto en platos dulces como salados, teniendo estos como paradigma el Hutbu-Etob marroquí, que aglutina en un mismo ser los pescados y su relleno, que no son otros que los dátiles. Admírese la receta que nos describe Alan Davidson en su libro de cocina del mar Mediterráneo: tómese una saboga -casi un sábalo- muy grande y vacíela de sus vísceras, rellene unos dátiles con sémola, almendras picadas, azúcar, mantequilla y jengibre. Introdúzcalos en el cuerpo de la saboga, para ser asados juntos y comidos uno al lado de los otros, bien espolvoreados con canela.

En nuestro entorno los tomamos solos o en compañía de otros frutos de su estilo, a no ser que nos decantemos por la solución de cocerlos en cerveza negra. Exótico aperitivo para integrar las culturas sajona y mediterránea Porque dice la ciencia, y la tradición, que nuestro palmeral de Elche sobrepasa en antigüedad a las invasiones que vinieron del sur. Fusionemos su gastronomía con el norte.

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Homenaje al dátil en la obra <i>Maquiavelo, </i><b>de Santi di Tito. </b>
Homenaje al dátil en la obra Maquiavelo, de Santi di Tito. TANIA CASTRO

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