"¡Aquí no se puede vivir!"
El hedor del matadero amarga la vida a los vecinos de Burriana ante la pasividad del Ayuntamiento, que no ataja sus vertidos en el alcantarillado
Poner pie a tierra en la zona noroeste de la ciudad de Burriana implica llevarse de inmediato la mano a la nariz. Y cerrar instintivamente la boca. Un hedor nauseabundo, denso y penetrante, inunda las calles desde hace meses y se pega a las fachadas. Son las cuatro y media de la tarde y las ventanas de todos los bloques de edificios permanecen cerradas a pesar de que en verano lo normal es lo contrario.
Vicenta, una de las pocas vecinas que se ve por la calle señala al alcantarillado como fuente del efluvio. Al abrir la trapa, el pestilente golpe te hace retroceder y fruncir el ceño. Un reguero de líquido color sangre discurre sin cesar por la cloaca. Los restos vienen del matadero, que vierte al desagüe a pesar de que el Ayuntamiento lo sancionó y prohibió hace dos años.
Según los afectados, el alcalde defiende "los intereses de sus amigos"
El olor obliga a mantener las ventanas de los edificios cerradas
Los vecinos exigen soluciones al alcalde del PP, José Ramón Calpe, y no entienden por qué tienen que soportar esta situación. La portavoz de Ciutadans per Burriana en la oposición, María Dolores Aguilera, recuerda que el matadero fue "una apuesta personal" del PP de Carlos Fabra en la Diputación y dice que el regidor prefiere defender "los intereses de sus amigos" que "los de sus ciudadanos".
A la conversación con Vicenta se une Jorge, quien exclama: "¡Aquí no se puede vivir!". Un poco más allá, en el número 14 de la avenida Don Juan Bosco, está el bar Ciutat de Burriana, que invita a buscar refugio para huir de la atmósfera irrespirable. Sorprende que no haya mesas y sillas en la terraza exterior al contrario que en la gran mayoría desde la entrada en vigor de la ley antitabaco. Su propietaria, Rosario Juárez, aclara de inmediato las dudas. "No las instalo porque nadie se sentaría por el olor".
El bar está prácticamente vacío y Rosario dice que "no viene casi nadie" porque sus clientes tampoco pueden salir a la calle a fumar un pitillo debido a la misma causa. Ha perdido "al 80% de la clientela" y responsabiliza al alcalde de "echar al traste" el negocio. La dueña del establecimiento recuerda que hace un año entregaron al regidor "más de 700 firmas" y le han remitido numerosos escritos, pero "nunca" les ha hecho caso.
La gestión del matadero mancomunado de Burriana fue adjudicada en 1999 por la Diputación de Castellón, que presidía Carlos Fabra, a la empresa Matadero de la Plana, SA, creada solo dos días antes de que finalizara el plazo de presentación de ofertas, frente a la propuesta de la Cooperativa de Matarifes de Castellón (Comacas), con 50 años de experiencia.
Los problemas de malos olores, vienen produciéndose prácticamente desde entonces. La empresa ha alegado en diversas ocasiones que se trata de "vertidos puntuales" o ha culpado "al mal diseño" de la red de colectores municipales, pero el ingeniero de caminos municipal, José Luis Monfort, ya advirtió en su informe que los hechos "son reiterados y persistentes" y documentados "al menos desde 2002".
El ingeniero consideró "inadmisibles" las consideraciones de la gestora del matadero y advirtió de que "siempre" se superan "los límites permitidos" en los análisis realizados. El contundente informe llevó a José Ramón Calpe a sancionar a la firma por "infracción administrativa grave" y ordenar su "desconexión de la red de saneamiento" mediante un decreto de alcaldía firmado el 7 de julio de 2009. Sin embargo, los vertidos continúan hoy.
Desde el Ejecutivo local se limitan a responder que "el expediente sigue su curso". María Dolores Aguilera exige a Calpe que "deje de defender a sus amigos" y resuelva este problema de insalubridad. Avisa al alcalde de que si no clausura el vertido "en el plazo de un mes", le llevará "a los tribunales".
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