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Crónica:TOUR 2011 | Una 'grande boucle' apasionante
Crónica
Texto informativo con interpretación

El sueño de un doblete imposible

Contador reflexiona sobre la dificultad de encadenar Giro y Tour y confiesa que se planteó retirarse el día de la segunda caída, antes de los Pirineos - Evans es el triunfo del 'arquetipo Indurain'

Carlos Arribas

El Tour diseñado para ser el mejor escenario de la revancha tan esperada entre Alberto Contador y Andy Schleck, más montaña para favorecer a ambos y al espectáculo, menos contrarreloj para darle más oxígeno y esperanzas al joven luxemburgués, se lo llevó finalmente un corredor de perfil más soso, menos explosivo, el rey de la paciencia y la coherencia, Cadel Evans, que responde al arquetipo inaugurado por Indurain, resistente en la montaña, inteligente en la ocultación de sus defectos, en la eficiencia, en la gestión de los momentos malos sin perder la cabeza, brillante en la contrarreloj. Un hombre, un sueño de casi un decenio: Evans, de 34 años y cinco meses, es el ganador de Tour más viejo de la posguerra.

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Es una forma de verlo, obligatoria como es obligatorio siempre el elogio al campeón. "Y Evans se lo merece", dice Contador, el ganador de los dos años anteriores. "No ha tenido fallos. Ha sido el más fuerte".

Hay otras formas de mirarlo, claro. La mirada, por ejemplo, fija en el derrotado, la compasión que permite decir que Evans ganó porque Contador perdió. De los hermanos Schleck se puede decir que los derrotó porque subestimaron a Evans y sobrestimaron a Contador hasta la altura del miedo paralizante, el miedo a lanzarse en los Pirineos, donde, como un condenado a muerte al que se concede un aplazamiento de la sentencia a última hora, el campeón de Pinto recuperó la esperanza, pues la noche anterior, incluso, estuvo tentado de irse a casa, de abandonar. "El día de la segunda caída, cuando me enganché con Karpets

[camino de Saint Flour, novena etapa, la víspera del primer día de descanso] y me volví a golpear en la rodilla dañada en la caída anterior, me preocupé bastante", dice Contador, "pero decidí continuar".

A Contador le perdonaron en los Pirineos, dieron oxígeno a sus sueños de doblete Giro-Tour -terminó quinto finalmente el español, pero si hubiera ganado habría sido el primero que desde Pantani en 1998 lo lograba-, pero en los Alpes le ejecutaron finalmente. "Supe que había perdido el Tour definitivamente a seis kilómetros de la cima del Galibier, el día del ataque de Andy en el Izoard", dice. "Si no he podido ganar el Tour este año ha sido por diversas circunstancias adversas. Tuve muy mala suerte el primer día cuando perdí 1m 14s en el corte por la caída. Luego no pude eludir otras caídas y, sobre todo, la segunda que sufrí, que me dañó mucho la rodilla derecha, lo que mermó mi rendimiento en la montaña. Luego tampoco tenía la frescura del Giro, que me ha pasado factura en este Tour. Desde luego que el Giro no es la mejor preparación para el Tour".

Aquel día del Izoard, cuando Andy atacó, Contador sufrió también la soledad del que se ve sin equipo. Ninguno de sus equipiers logró mantenerse en la fuga del Agnello, donde habría servido de hombres puente para Contador, como los Leopard que guiaron a Andy por el valle hacia el Galibier. Ni Bjarne Riis, el dueño del equipo, ni Contador estaban plenamente satisfechos con la plantilla del Saxo, víctima del desmantelamiento provocado por los Schleck, que se llevaron con ellos al Leopard a los mejores del año anterior: Cancellara, Voigt, Fuglsang... Cuando Riis tuvo la confirmación del patrocinador, ya no había tan buenos corredores en el mercado.

Tampoco llegó Contador en las mejores condiciones al Tour, en una temporada condicionada por la incertidumbre de los flecos del clembuterol, del recurso al TAS por parte de la UCI y la Agencia Mundial Antidopaje. Contador llegó en su mejor forma al Giro, donde arrasó, y mantener la mejor forma en el Tour, un mes después, ante corredores que solo planificaban la grande boucle, parecía imposible. "El doblete Giro-Tour en el ciclismo actual es muy difícil. Se necesita suerte en las dos, que el recorrido de ambas se adapte a tus características y contar con un superequipo. Dadas esas condiciones, quizás sea posible", dice Contador. "Si este año no lo he conseguido no ha sido tanto por la incertidumbre sobre la temporada que plantea el recurso al TAS, pues ya en diciembre hablamos de ir a por el doblete, como por las circunstancias adversas".

Después de la experiencia sufrida, no parece que Contador, consciente de que la gran gloria la otorga el Tour sobre todas las cosas, esté predispuesto para el próximo año, contando con que el TAS refrende la absolución española, volver a intentarlo. Sus planes, y ya se lo ha dicho a Riis, el que soñaba con el triplete, pasan por preparar el Tour sin pasar por el Giro y, si acaso, cerrar con la Vuelta, menos dura y más gratificante, donde le esperaría un baño de masas cotidiano.

Evans, de amarillo en el podio de París, entre los hermanos Schleck: Andy, a la izquierda de la imagen, y Frank.
Evans, de amarillo en el podio de París, entre los hermanos Schleck: Andy, a la izquierda de la imagen, y Frank.GUILLAUME HORCAJUELO (EFE)

El podio de París

- GENERAL

1. Cadel Evans (AUS) BMC

2. Andy Schleck (LUX) Leopard

3. Frank Schleck (LUX) Leopard

- EQUIPOS

1. Garmin (Estados Unidos)

2. Leopard (Luxemburgo)

3. AG2R (Francia)

- GANADORES

Montaña: Samuel Sánchez Euskaltel

Regularidad: Mark Cavendish (Reino Unido) HTC

Jóvenes: Pierre Rolland (Francia) Europcar

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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