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El libro de las correcciones

No hay fecha aún para el diccionario de la Academia, que debe asentar el léxico patrimonial del gallego - "No es cuestión de dinero", reconoce el coordinador

El dinero "no tiene nada que ver", señala el tesorero de la Real Academia Galega (RAG), Manuel González, preguntado por la demora en la publicación del diccionario monolingüe de la entidad. El que sustituya al de 1997, coeditado por Xerais y Galaxia, y el primero adaptado al cambio de normativa de 2003. "Todavía estamos introduciendo correcciones de las propuestas de los académicos, y hasta que esté al gusto de todos...", resume el coordinador de la obra.

Las grandes correcciones empezaron en 2007 -la primera ocasión en la se publicitó que el volumen estaba "listo para imprenta"-, cuando algunos académicos críticos con la textura científica de la obra recomendaron una revisión a fondo. Las últimas conocidas, antes de mayo. El mes de las Letras se quiso hacer coincidir, en balde, con la publicación del diccionario normativo de la Academia. Ahora el trabajo de los dos filólogos contratados es de mantenimiento. ¿Qué falta por corregir? "Lo último que me acuerdo, poner badexo al lado de abadexo", bromea el catedrático de Filoloxía Románica de la Universidad de Santiago. "La publicación tiene que ser inmediata", dice, más en serio. Ya no adelanta fechas: "Otras veces las di y luego no se cumplía la previsión, siempre hay alguna circunstancia". El diccionario, que duplica las 25.000 entradas del anterior, aún no tiene editorial.

Xunta y RAG todavía tienen que negociar las ayudas de este año

En el entorno de la Academia recuerdan que los trabajos, iniciados hace más de diez años -en 2001 la Xunta aprobó una ayuda de más de 200.000 euros para la obra-, con un diccionario bilingüe entre medias (2004), heredaron los trastornos históricos derivados de la presidencia de García-Sabell (1977-1997). Después hubo que volver atrás. Los filólogos pluriempleados que se repartieron las primeras letras del diccionario cobraban 600 euros y dejaban las voces hechas en fichas de papel. Más de una década después, el diccionario -que no contemplaba inicialmente versión digital- se colgará "en una web de acceso libre a los seis meses de salir la edición en papel", explica González. "Es una exigencia que tienen casi todas las editoriales".

"El dinero nunca llegó, pero los trabajos hay que hacerlos igual con los medios que tenemos", razona el responsable de Terminología de la Real Academia Galega, el único seminario que comparte la RAG, dentro de su sección de Lingua, con el Centro Ramón Piñeiro. González ya no se responsabiliza de los seminarios de Lexicografía y Sociolingüística, ahora coordinados por Antón Santamarina y Francisco Fernández Rei, respectivamente. "Un alivio", afirma. Según explica el secretario de la entidad, Xosé Luís Axeitos, la reestructuración de las secciones de la RAG obedece a una "racionalización del trabajo". "No es solo que funcionen los seminarios, sino tener los medios para que sus iniciativas tengan vida".

En esa lucha, tras la sorpresa del martes en la sede de la Academia, cuando el portavoz de Cultura del PSdeG, Francisco Cerviño, apareció por la rúa Tabernas con una iniciativa parlamentaria que exige a la Xunta "liberar" el dinero de las transferencias de 2011, la institución que preside Xosé Luís Méndez Ferrín aún tendrá que negociar las partidas económicas de Educación y Cultura del ejercicio en curso. La asignación autonómica, rebajada un 30% en 2010, no cubre los gastos anuales de la RAG, que superan los 500.000 euros. La Academia sobrevive gracias al Ministerio de Cultura. El año pasado, los Presupuestos del Estado dedicaron por fin una partida específica de 200.000 euros a la RAG, cantidad cuadruplicada tras una enmienda socialista. Lo que recoge ahora la RAG -800.000 euros- todavía es inferior a la que reciben sus homólogas catalana y vasca.

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