El PSOE después del 22 de mayo
Hasta el 22 de mayo. Parecía que no iba a ocurrir nunca. Pero sucedió. Desde 1977, el PSOE ha sido el partido mayoritario (a veces ampliamente hegemónico) en Andalucía hasta las últimas elecciones municipales. Pero ese retroceso que significa siempre una derrota no debe reducir ni un ápice nuestra voluntad de seguir siendo de nuevo el partido ganador en Andalucía. Para ello el electorado debe percibir meridianamente claro el mensaje de nuestra aspiración a gobernar en solitario.
Un partido con la tradición victoriosa del PSOE de Andalucía no puede renunciar a plantear palmariamente su proyecto autónomo y que lo haga es la mejor garantía de tranquilizar a nuestros pasados y actuales votantes.
Jefferson -ahora de moda nuevamente por su opinión de que cada generación tiene derecho a su propia Constitución- expresaba: "No me encuentro entre quienes temen al pueblo. De él, y no de los ricos, dependemos para una libertad continuada". En 1810 ya lo tenía claro este Padre Fundador de la democracia americana. Del pueblo, de las clases medias andaluzas, y no de los poderosos -económicos o mediáticos-, va a depender juzgar sobre nuestra ambición de ser el partido que articule, tras las próximas elecciones, nuevamente la política andaluza. Y con orgullo y a pecho descubierto hay que exponer que gobernaremos sin más alianza que con el pueblo andaluz.
En el PSOE estamos atravesando un momento difícil porque la derrota ha sido seria. Se ha producido una inflexión que nos escuece a los socialistas. Hemos retrocedido porque han coincidido un conjunto de factores -crisis, paro, 15-M, una coalición a la contra, no firmada, que busca el despiece del PSOE y la adopción de medidas muy duras que no iban en nuestro programa-. Pero el PSOE tiene capacidad de recuperación si no se compadece de sí mismo y adopta las medidas adecuadas -como las 27 medidas que Griñán ha presentado en el Parlamento donde la transparencia y el empleo son el hilo conductor- para que la visión de la opinión pública identifique al partido con las políticas reformistas e innovadoras que necesita Andalucía y, sobre todo, si nítidamente se percibe que las clases medias no son las que le pagan la crisis a la banca y a las grandes empresas y patrimonios.
Enfrente tenemos a un líder de la derecha que facilita las cosas. Ha engañado a la opinión pública con sus ingresos, nada austeros por cierto, y hace unos meses esculpió en piedra su modelo de gobierno: "Gobernar es imitar a Camps". Tras tanto chau chau, ni austeridad ni nuevos modos de gobierno. Más bien exactamente lo contrario.
Rafael Román es diputado del PSOE por Cádiz.
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