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Columna
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La cátedra de marras

O sea que el conseller de Gobernación promete una cátedra de Tauromaquia para las universidades valencianas. Y yo que creía que las cátedras son competencia de Educación. Que no, hombre, que no, que Educación se ocupa de las empresas: evidente. La noticia es de las que no te dejan indiferente porque me toca de cerca: al fin y al cabo el catedrático de Tauromaquia podría acabar siendo colega mío. Algún compañero ya se está frotando las manos, pues se ve arreglando lo suyo con los capitostes en el palco presidencial de la plaza de toros. Infeliz. ¿Todavía no se ha enterado de que ahora, cuando se crea una nueva asignatura, no es que te den algo, sino que pasas a trabajar más por el mismo sueldo? A lo mejor no le regalan ni una entrada para la corrida de José Tomás.

La cátedra taurina puede ser una bomba. Aparentemente el asunto se reduce a que la Comunidad Valenciana va a desagraviar a España de las ofensas catalanas una vez más, al tiempo que sube un par de puestos en el escalafón cañí. Pero para mí que hay gato encerrado. ¿Por qué suponen que las universidades la están deseando?: tal vez piensen que es un marrón. Y una vez asignada, ¿a qué facultad y a qué departamento va a ir? A alguna de confianza, claro. Yo pensaba que el candidato natural era la Católica, pero resulta que no, que la estatua que preside su sede de Valencia no es de un torero en traje de luces, sino de un obispo revestido de pontifical. Lo que es no entender. Bueno, ¿y la VIU, ahora que han quitado al rector serio que tenían y han puesto una especie de gerente?: no puede ser, me dicen, porque es internacional y los extranjeros no entienden esta cosa tan nuestra del descabello de los astados. Total, que me he empezado a poner nervioso. Ya veo al Poli echando balones fuera con el cuento de que ellos son ingenieros, a la Jaume I diciendo que las plazas, como los aeropuertos, son para las personas, a la Miguel Hernández sosteniendo que al poeta no le gustaban los toros... Vamos, seguro que el conseller ubica la cátedra de los cuernos en mi universidad, que para algo se llama(ba) la literaria. Ya me imagino el pato de Mariscal con un par de protuberancias queratinosas.

Y ahí no acaba todo. Luego está el mal rollo de la facultad. No se me oculta que en la célebre enciclopedia de Cossío se divaga sobre el lenguaje de los toros, así que lo más probable es que la manden a Filología. Bueno, por si las moscas: les concedo que los lingüistas decimos muchas tonterías, pero nunca hemos divagado sobre la palabra mu. Las cátedras lo que necesitan son alumnos y nadie ha llenado el coso de la calle Játiva como el PP y el PSOE en campaña electoral. Hasta han toreado al público, que ya es decir. Conque, señor Castellano, quédese con la cátedra y que la pongan en les Corts a ver si sus señorías aprenden a hacer buenas faenas.

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