"Creo que el votante castiga la corrupción"
Jesús Caldera (Béjar, 1957) confiesa que el PSOE ha abordado en diferentes ocasiones, sin éxito, cómo recuperar la mayoría en la Comunidad Valenciana. El pasado miércoles, recién designado para coordinar la confección del próximo programa electoral del PSOE, Caldera viajó a Valencia para presentar su libro Un tiempo para la igualdad. Un acto en el que, tras ser presentado por el portavoz municipal, Joan Calabuig, analizó su propia gestión y la situación actual.
Pregunta. ¿Cómo explica el tsunami popular de las elecciones del pasado 22 de mayo?
Respuesta. Los resultados para un demócrata se aceptan, se analizan y a partir de ese momento, si son desfavorables, se intentan cambiar. La explicación, probablemente, tenga mucho que ver con la intensidad de la crisis económica y la constatación de que todos los Gobiernos europeos han tenido un mal resultado electoral, bien a nivel nacional y autonómico como local.
"Muchas de las cosas que pide el 15-M son razonables"
"Si no hubiésemos gestionado nosotros habría crisis económica y social"
"La burbuja inmobiliaria ha sido horrible en términos éticos"
P. Usted amplió los derechos ciudadanos, en época de bonanza económica, con el Gobierno socialista. Ahora atravesamos una grave crisis. ¿Hemos llegado al techo del Estado del bienestar?
R. No, ni mucho menos. Nosotros ejecutamos un programa reformista en un periodo de prosperidad económica, pero antes hubo otros ocho años de prosperidad económica, con el PP, y no se desarrolló ningún programa de extensión de derechos. Que yo sepa, la derecha conservadora en España no aumenta las pensiones, ni pone en marcha leyes de igualdad entre hombres y mujeres, ni una Ley de Dependencia, ni un estatuto que proteja a los autónomos, ni políticas a favor de los discapacitados. La diferencia es que nosotros tenemos unos fines diferentes a los que plantea el pensamiento conservador.
P. Esta misma semana, el vicepresidente del Gobierno y candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, le ha encomendado la coordinación del programa electoral de las próximas elecciones generales. ¿Qué les puede ofrecer a quienes se han visto defraudados con el PSOE?
R. Eso lo dirá el candidato a partir del 9 de julio cuando intervenga ante el Comité Federal del PSOE. Yo no puedo sustituirle, ni adelantar los discursos que formarán parte de su compromiso. Pero es cierto que ha habido una desafección de una parte de la ciudadanía. La dureza de la situación económica es normal que provoque una enorme preocupación en los ciudadanos.
P. ¿Y a los desafectos?
R. Hay que tener presente lo que significa escuchar una mañana que hay cinco millones de parados en España. Nosotros existimos para los más humildes y nos cae el tsunami de la crisis. La ciudadanía ha identificado al Partido Socialista con la creación de empleo y la corrección de desigualdades y cuando llegas a esta situación las dudas llegan. Es normal en una situación tan difícil, y algún día se verá que si no hubiésemos gestionado nosotros, además de crisis económica hubiésemos tenido crisis social. Por fortuna el capital social acumulado ha permitido que no aumentara visiblemente ni las tasas de criminalidad, ni los signos de la exclusión social.
P. Eso no explica el alejamiento del electorado de los socialistas.
R. Sabemos que esta no es una crisis cíclica del sistema capitalista. Esta es una crisis de sistema, de modelo. Poner los elementos que la corrijan, con una crisis financiera unida a una crisis climática, exige un cambio copernicano en nuestras actitudes, en la forma de producir y de consumir. Y eso no se hace de la noche a la mañana, por eso se produce la desafección. Nuestra tarea es explicarlo e intentar convencer a la opinión pública de que su empleo futuro depende del éxito de esa nueva forma de entender cómo se produce y se consume. Esto no se resuelve con un cambio de Gobierno, sino con políticas valientes, comprometidas, aunque sean impopulares.
P. ¿Los socialistas se sienten tratados injustamente por el Movimiento 15-M de los indignados?
R. No, nosotros tenemos nuestra responsabilidad y hay que asumirlo. Echar la culpa a los ciudadanos es lo fácil. Nosotros estamos en el Gobierno y somos responsables. Muchas de las cosas que pide el 15-M son razonables y nosotros las sentimos como propias. Es más, la gente ve con simpatía este movimiento. Otra cosa es que nuestro papel ha de ser intentar canalizar y traducir sus reivindicaciones, porque fuera de las instituciones democráticas no hay futuro. No solo hace frío, sino que el monstruo del autoritarismo aparece entonces.
P. ¿Piensa en los incidentes registrados?
R. El 15-M se manifiesta ante los parlamentos, aunque sea un delito, pero me llama la atención, en positivo, que se expresen ante sus representantes. Yo no creo que sea un movimiento antipolítico, sino que quieren que la política sirva para otras cosas. Hay un sentimiento muy generalizado de que los costes de la crisis no se han repartido equitativamente y hay que intentar corregirlo. Y también la expresión de un planteamiento de que la política tiene que arreglar las cosas de otra manera. Todo eso tenemos que intentar canalizarlo. Todo no se podrá, pero una parte quizá sí.
P. Los ciudadanos no tienen la percepción de que exista un modelo distinto al que nos ha llevado a esta crisis. ¿Existe alternativa al capitalismo global?
R. Tengo mis dudas. Vivimos en una economía de mercado y en ese medio nos movemos y hay que aceptarlo, pero hay formas diferentes de gestionarlo. Lo importante son los fines, y los nuestros están muy claros: equidad, solidaridad, justicia social, igualdad y, por supuesto, la libertad. Para eso hay que garantizar la igualdad de oportunidades, todo lo demás es discutible. El debate es cómo conseguir un modelo que pueda funcionar en términos económicos de manera sostenible. Yo creo que hay bastante conocimiento por parte de los ciudadanos de que este modelo es insostenible. La gente sabe que estamos destruyendo recursos a una velocidad que no se reponen, que consumimos energía que produce un efecto invernadero que no permite continuar. Y eso exige medidas públicas y privadas para contenerlo. Estamos en un momento de transición, donde el empleo está indisolublemente unido a esas reformas.
P. En cambio, en la Comunidad Valenciana, con un modelo de crecimiento basado en la construcción y una corrupción rampante, el PP ha vuelto a ganar ¿Cómo lo explica?
R. Quien piense que eso significa despreocupación por lo que ocurre, se equivoca. Eso va a aflorar. En la burbuja inmobiliaria unos tienen más responsabilidades que otros, porque me acuerdo perfectamente como empezó todo en el año 1997 con una ley del Parlamento que declaraba urbanizable todo el territorio, pero luego también ha habido errores de política fiscal y económica, que hemos cometido todos. Todo el mundo ha participado de esta fiesta y ahora tenemos que hacer una reflexión de fondo. En términos éticos y de moral pública ha sido horrible porque ha generado corrupción, la destrucción de valores esenciales y la apuesta por la especulación.
P. ¿Y por eso el votante no castiga la corrupción?
R. Yo creo que sí la castiga. Lo que ocurre es que todavía no ha visto un modelo alternativo claro. No puedo creer que eso no importa. Ellos son menos pero van más a votar, nosotros somos más pero vamos menos, eso responde a la sociología del voto de izquierdas, exigente, autocrítico. Y probablemente eso también sucede en la Comunidad Valenciana, pero tenemos un problema y tenemos que intentar resolverlo.
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