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36.000 personas luchan por 3.796 plazas de maestro

Los opositores han estado este año en vilo por el posible veto del Gobierno

Era lo último que necesitaba. Un atasco en la carretera. Una cola de media hora para llegar al tribunal de oposiciones de maestro. Isidro Pérez, interino de Educación Física de 27 años, aparcó ayer su coche tras superar el embotellamiento de acceso al campus de Rabanales, en Córdoba, con margen de sobra para presentarse al examen. Pero sabiendo lo que se jugaba, cualquier contratiempo afectaba. Y ya no podía disimular los nervios. Como no podían hacerlo la mayoría de los 36.154 aspirantes, convocados para obtener alguna de las 3.796 plazas de maestro de la Junta.

Los meses previos para los futuros funcionarios no han sido nada relajados. A la ansiedad propia de estudiar los 25 temas requeridos, se ha sumado la duda de saber si finalmente habría o no oposiciones. Hasta mayo el Gobierno pretendía bloquear la convocatoria de Andalucía, pero también de Cataluña, Navarra, Castilla y León, Aragón, Baleares y Extremadura. Al final no hubo veto gubernamental, pero las autonomías han tenido que especificar qué parte de las plazas convocadas corresponden a consolidación de puestos ocupados ya por interinos y cuál a puestos de nueva creación.

Los interinos que ayer se presentaban a las pruebas sabían que, muy probablemente, era su última oportunidad de acudir con ventaja respecto al resto de opositores. Isidro lo sabía. Pero ayer lo único que quería era llegar cuanto antes. Armado con una bolsa de gominolas, para evitar los bajones de glucosa, entró en el aulario con el paso propio de un profesor de gimnasia.

Era poco antes de las 11 de la mañana y aquello era un hormiguero de gente. Los que habían hecho la prueba en el primer turno de las ocho se cruzaban con lo que la harían a las 11.30. Muchas llamadas de móvil. Muchas conversaciones sobre las bolas que habían salido en el sorteo de los temas. Y alguna lágrima.

No era el caso de María del Carmen Roldán, que salía de su primer experiencia ante un tribunal de oposición más que satisfecha. "Me han caído los temas 2, 6 y 9. He escogido el 2 y creo que me ha salido bastante bien". Sabe que el resultado será importante, pero que la prueba no ha terminado y queda la presentación oral. "No me agobia la idea".

También estaba tranquila Cristina Reina, que se presentaba por tercera vez. Ella ya sabe lo que es aprobar las oposiciones y optar solo a una plaza de interino. Trabaja en un colegio de San Pedro de Alcántara (Málaga) y ha curtido sus nervios con la incertidumbre de si se celebrarían o no las oposiciones. "Hubo un momento en que pensé en dejarlo. Al final, unas compañeras y yo nos concienciamos, acudimos a las manifestaciones pidiendo que se convocaran plazas y optamos por seguir estudiando pasase lo que pasase", recuerda con el DNI en la mano y a punto de que la llamen para entrar en el examen.

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Dentro, le espera una ceremonia particular. El presidente del tribunal les repite las normas. Los opositores solo pueden sentarse con un par de bolígrafos y su documentación. Sobre la mesa, un puñados de folios y dos sobres. Uno grande, donde guardarán el examen sin nombre ni señales que les puedan identificar. Y otro más pequeño, en el que sellarán sus datos personales.

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