Explotados en el bosque
Con la llegada del efímero verano nórdico, los vastos bosques de Finlandia se cubren de un manto de frutas del bosque con alto contenido nutritivo. Pero los finlandeses ya no los recolectan como hacían sus antepasados. Desde hace unos años, algunas empresas contratan mano de obra en Tailandia para las tareas de recolección. Según la Agencia Forestal de Finlandia, los bosques producen cada año unos 500 millones de kilos de arándanos, frambuesas, moras y otros frutos. Esto significa unos 100 kilos por cada finlandés. Los recolectores tailandeses llegan desprovistos de derechos. Son alojados en barracas, y para muchos de ellos la sorpresa es grande cuando al final de verano se encuentran en deuda con la empresa que les ha contratado por conceptos de visado, pasaje de avión y albergue.
Trabajadores tailandeses recogen arándanos, moras y frambuesas
El 5% de la actividad laboral en Finlancia está al margen de la ley
La recolección de frutas del bosque se ha convertido de pronto en un buen negocio, pero no sigue un curso legal. Según la Confederación Obrera SAK, hasta un 5% de la actividad laboral de Finlandia se realiza al margen de los marcos establecidos. El deterioro del mercado de trabajo ha sido notable, sobre todo a partir de 2006, cuando se levantaron las restricciones a la mano de obra proveniente de los nuevos miembros de la Unión Europea. Así es como en la actualidad sectores como la construcción o la limpieza están en manos de empresas que contratan la mano de obra con salarios muy por debajo de la ley. Los barcos que surcan el golfo de Finlandia llegan al puerto de Helsinki, sobre todo los domingos y lunes, llenos a rebosar con trabajadores procedentes de Estonia, Letonia, Bielorrusia e incluso Ucrania.
Tarmo Tammes es un soldador de Pärnu, en Estonia. Desde hace ocho meses viaja todos los domingos desde su ciudad hasta Helsinki, donde trabaja en la construcción de un centro comercial. Junto a otros trabajadores itinerantes se aloja en un cámping, incluso durante las crudas jornadas de invierno. Este esfuerzo le permite ganar unos mil euros mensuales, el doble de lo que ganaría en su país.
Hace un par de años, la Confederación Patronal de Finlandia, EK, dio por rota de forma unilateral argumentando la necesidad de flexibilidad. La Confederación Obrera pugna por volver a la negociación colectiva y establecer un salario mínimo interprofesional. "Nuestro objetivo es que en 2016 se garantice a todos los trabajadores un salario mínimo de 1.800 euros mensuales", afirmó Pauli Vento, secretario de comunicación del sindicato, a este periódico. Según el dirigente sindical en la actualidad los trabajadores peores pagados son aquellos del sector del cuero y calzado, que perciben un salario de unos 1.100 euros mensuales.
Entre las prioridades del nuevo Gobierno multicolor surgido de las recientes elecciones están imponer un nuevo marco laboral y combatir el empleo sumergido. La otra gran tarea es la lucha contra el paro. Finlandia tiene en la actualidad un desempleo de 8,2%, cifra que se dispara entre los jóvenes de 15 y 24 años hasta un 23,5%. Estas cifras pueden parecer benévolas comparadas con las de España, pero palidecen cuando se comparan con las de Alemania, Holanda o Dinamarca.
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