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Columna
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'Game over'

Si no se enmiendan, la complacencia y el sumiso conformismo llevarán a la ruina al BNG y al PSdeG. Etiquetar los resultados del BNG como moderadamente satisfactorios o afirmar que los socialistas gallegos son los que electoralmente mejor están resistiendo en toda España, solo vale para evadir responsabilidades y hurtarle a los electores una imprescindible rendición de cuentas en la que se apunten soluciones para la crisis de proyecto y estrategia que tanto nacionalistas como socialistas arrastran desde el 1-M de 2009. Mientras, entre progresistas y galleguistas se impone la evidencia de que cualquier tiempo pasado fue mejor y resulta muy difícil discutir el diagnóstico que Pérez Touriño tomó prestado de Tony Judt: Algo va mal. Y si no se rectifica, todo apunta que van camino de ir mucho peor.

Feijóo ha dado un gran paso para consolidar su dominio político, pero no tanto como esperaba

Al PPdeG le va bien, pero no tan bien como se especulaba en la war room de Monte Pío. Feijóo dio un importante paso adelante para consolidar su dominio político en Galicia. Un gran paso, pero no un paso de gigante. La diferencia en la talla de la zancada no viene dada por la comparación de las municipales de mayo con los comicios locales de 2007, sino con los victoriosos resultados de las autonómicas del 1-M. En 2009, el PPdeG sumó el 47% de los sufragios, más de 760.591 papeletas; tras dos años en la Xunta y con una situación electoral abiertamente favorable al PP en todo el Estado, los apoyos de los conservadores gallegos cayeron dos puntos y fidelizaron 707.226 votos. El PPdeG y sus 315 feijóos fueron abandonados por 53.365 ciudadanos.

El estancamiento de las lealtades electorales del PPdeG se explica adaptando la aguda observación de Chesterton: "No fue el mundo lo que empeoró, son las coberturas periodísticas las que mejoraron mucho." No es que la derecha fuera erosionada por la oposición de nacionalistas o socialistas, es más simple: los gallegos saben ya cómo gobierna el PP y eso deja poco margen para euforias y arrebatadas abducciones electorales. Feijóo le quita poco aprovechamiento electoral a su Gobierno 10, pero si los resultados del 22-M no le enturbiaron el sueño a Guillerme y Manuel Vázquez, menos razones tiene nuestro presidente para pasar noches en vela: su partido ocupa 207 alcaldías, 40 más que en 2007; quebró la hegemonía urbana del PSdeG y el BNG; suma una nueva Diputación a sus poderes; y, de no producirse un milagro, Rajoy le garantizará un Gobierno amigo en La Moncloa. Feijóo tiene motivos para dormir tranquilo: llegará a las autonómicas de 2013 con una cómoda ventaja sobre los partidos de la oposición.

Aunque PSdeG y BNG midan los últimos resultados municipales con los del 1-M de 2009 no encontrarán gran consuelo. Los socialistas descienden cuatro puntos y los nacionalistas estabilizan sus apoyos alrededor del 16,5%. Los datos pueden vestirse como una prueba de su capacidad de resistencia electoral, pero la autocomplacencia no resolverá el problema de fondo: las estrategias de socialistas y nacionalistas, desde su desalojo de la Xunta, fueron estériles: ni pusieron en mayores aprietos al PPdeG, ni favorecieron la recuperación de los electores que en 2009 se abstuvieron. Los estrategas del PSdeG están convencidos de que su descalabro es un efecto directo de la situación económica. Además, la gravedad de la crisis política que desestabiliza al PSOE impide que no haya más preocupación que recomponer una estrategia de supervivencia confiada al cartel de Rubalcaba y a las inversiones de José Blanco.

Los esfuerzos de los nacionalistas van encaminados a restablecer la paz interna en la organización; amortiguar las diferencias de la UPG, como fuerza hegemónica, con Máis Galiza y el Encontro Irmandiño; y facilitar una solución de integración que evite cerrar en falso la próxima Asamblea Nacional del BNG. La apelación unitaria deja poco margen para enmendar la deriva estratégica del actual núcleo dirigente que explica las dificultades electorales como una consecuencia remota de la presencia del Bloque en el Gobierno gallego y como un efecto directo de la rentabilización política del PSOE de los cogobiernos en las ciudades. No hay mayores garantías de que el BNG pueda mejorar sus resultados compitiendo en las labores de oposición con el PP que haciéndolo en los Gobiernos compartidos con el PSOE, pero la hoja de ruta de la UPG subraya la necesidad de agrandar la distancia política con los socialistas, intensificar la retórica izquierdista y acantonarse como alternativa de oposición al PSOE y al PP. Si prospera esta fantástica estrategia, olvidémonos de las coaliciones de gobierno y, de paso, de toda renovación en el BNG. Game over.

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