Un singular trofeo de la modernidad
Tenemos la sensación de que ahora hay alguien ahí fuera escuchando. Es extraño, después de todos estos años en que nos hemos movido con la impunidad del que sabe que a casi nadie le importaba un pimiento lo que pudiéramos hacer o decir", apunta con una mezcla de gusto y resignación Hayden Thorpe, líder de Wild Beasts, banda formada en el idílico Lake District británico, desarrollada en la Universidad de Leeds y hoy exhibida en Londres como el último trofeo de la modernidad. "Exacto", interviene de nuevo desde el otro lado de la línea telefónica el vocalista, cuyo falsete es uno de los elementos distintivos de una de las pocas bandas realmente distintas que existen hoy. Su tercer largo, Smother, les confirma como ese combo tan personal que trasciende incluso los parámetros de lo raro, hoy convertido en algo tan fácilmente digerible y descifrable como lo común. "Somos esas bestias que ha cazado el sistema, aunque me da la sensación de que aún no se sabe muy bien qué hacer con nosotros. Hemos recibido más consejos en los últimos seis meses que en toda nuestra vida. No sé de dónde saca tanta gente la idea de que necesitamos sus opiniones para triunfar. De hecho, no sé en qué demonios se basa toda esa gente para creer que deseamos triunfar. Hasta hoy nos ha ido muy bien con el fracaso".
"Nos hemos movido con impunidad porque a nadie le importaba lo que hiciéramos"
La idea de que Wild Beasts tal vez podrían probar el elixir del éxito y pedir la receta proviene de la buena acogida que tuvo su segundo disco, Two dancers. Finalista del Mercury Music Prize, tal vez el último galardón en el mundo de la música que mantiene cierto pedigrí, el álbum fue derrotado por el debut de The XX, pero colocó en la palestra a este cuarteto de gente extraña que suena como un cruce entre Associates, Sparks y Antony & The Johnsons. Melodías intrincadas, arreglos celestiales y, sobre todo, una pasmosa facilidad para mostrarse inteligentes sin caer en el exhibicionismo, de ser poéticos y a la vez lúbricos, dramáticos e hilarantes, obscenos pero educados. "Hay mucha gente que se escandaliza ante nuestras letras. Es curioso que el rock trate una y otra vez el tema del sexo, pero jamás ahonde en él. Se presenta como algo infantil, se ha llegado a un punto en el que coreografiamos el escándalo. Lady Gaga parece que está revolucionando el pensamiento occidental, cuando está utilizando los mismos resortes de siempre, vacuos y estúpidos, para indignar a los padres y negarles a los hijos la posibilidad de pensar que su vida es algo más compleja", sentencia Thorpe, quien no está dispuesto a rebajar un ápice el nivel de su discurso, aun a riesgo de alienar a una parte considerable de su recién ganada audiencia, aquella que se acerca a ellos esperando belleza y evocación y acaba encontrando sangre, semen y análisis de texto. "No voy a exaltar el hecho de que seamos diferentes, porque no me parece algo que se deba siquiera debatir. No es mérito nuestro, es culpa de los demás, que se esfuerzan en ser iguales", insiste el vocalista. Y es que Wild Beasts es una verdadera entidad insular, desligada de cualquier escena no solo por lo original de su propuesta musical y lírica sino también por el carácter de sus componentes, quienes en ningún caso atienden al prototipo de músico pop. "No nos relacionamos con otras bandas. No tenemos amigos en el negocio, porque no es bueno. No tenemos nada en común. Pensar que debes llevarte bien con otra persona porque también toca el bajo es ridículo. Además, no hay nada más aburrido que escuchar a otro músico hablar de su banda. Eso para los periodistas, que para eso os pagan".
Smother está editado en Domino/Pias. Wild Beasts actúan el día 18 de junio en Madrid dentro del festival Día de la Música Heineken.
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