"Promover las matemáticas por belleza ya no vale"
La matemática Marta Sanz-Solé viene a Madrid a dar una conferencia en el Instituto de Ciencias Matemáticas, así que la cita es en un restaurante habitual para los profesores de la Universidad Autónoma cuando se presta la ocasión: el cercano Club de Tiro de Cantoblanco. Ella es profesora de la Universidad de Barcelona, pero conoce el sitio; le parece bien el menú del día, elige el plato de pescado y empieza a hablar de matemáticas. Para beber, una copa de vino. Sanz-Solé es, desde este año y hasta 2014, la presidenta de la Sociedad Matemática Europea (SME), con sede en Helsinki y en la que ella colabora desde hace tiempo. Es la primera vez que un científico español dirige la SME, y la primera mujer que lo hace.
Esta española es la primera presidenta de la Sociedad Matemática Europea
"La matemática es una ciencia fundamental, pero para mí tienen cabida las dos mentalidades, la del investigador muy fundamental y también la de la utilidad, porque no hay que olvidar que al científico le pagan los ciudadanos con sus impuestos, aunque esto de la utilidad tiene matices muy finos", recalca, "porque la teoría más abstracta puede ser la base de aplicaciones mañana". Por eso, con la ensalada y antes de entrar al plato de rodaballo, ha repasado su interés, como presidenta de la SME, por impulsar la colaboración con instituciones de todo tipo, y especialmente las europeas, para mostrar las capacidades de las matemáticas en tantos ámbitos más allá de la ciencia: la industria o el mundo de las finanzas, por poner un par de ejemplos.
"Para mí hay dos mensajes: el científico por sí mismo, es decir, el de las matemáticas como conjunto de teorías, como lenguaje universal y como herramienta de las otras ciencias, y el de las conexiones profundas que debe tener con la realidad", dice Sanz-Solé. Y lo conecta con la educación, que también está en sus planes para la SME. "El promover el entusiasmo por las matemáticas exclusivamente por motivos lúdicos o de belleza estructural no es un mensaje ya válido para el siglo XXI". Y esto es importante en España, dice, "porque aquí el tejido industrial no invierte en innovación, a diferencia de países como Alemania". Su receta es "un mapa de ruta que defina objetivos a 50 años vista y el tipo de ciencia que hay que promover y en qué proporción, sin olvidar un porcentaje adecuado de investigación básica".
Esta catalana, nacida en Sabadell en 1952, se expresa con una precisión acorde con su profesión y, seguramente, con su mentalidad. La conversación está salpicada de instantes casi inapreciables en que se detiene a buscar la palabra exacta que quiere utilizar. A la vez afloran temas y gustos extendidos entre muchos científicos, especialmente los matemáticos -como la música clásica- y los paralelismos de su trabajo con el arte.
"Los matemáticos no somos gente rara, pero lo de encerrarse un poco en uno mismo es una actitud implícita a un proceso de creación en estado orgásmico". Y añade que ese proceso, que están estudiando los neurólogos, "funciona en el organismo, en tu cerebro, un poco como cuando uno se enamora y se altera la bioquímica". Sanz-Solé pone un par de ejemplos: Gaudí diseñando la Sagrada Familia o el músico que se aísla socialmente cuando compone y "un porcentaje alto de los matemáticos estamos muy centrados en lo que hacemos". La oferta de postres abarca diversas tartas y dulces. Sanz-Solé pide alguna fruta y elige kiwis.
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