Agüero lanza al Atlético
Un gol del argentino acaba con un Deportivo mermado por la expulsión de Lopo
El sábado fue cruel con el Deportivo, que no cesó de recibir malas noticias. Cayó en Riazor ante un Atlético que casi asegura su presencia un año más en Europa y, a punto de cumplirse 20 años de su regreso a la Primera División, A Coruña tiembla ante la posibilidad cada vez más palpable de un descenso que acarrearía imprevisibles consecuencias para el club, quizá todas nefastas. Es la penitencia de un equipo que ha sido incapaz de marcar en 19 de las 34 jornadas de Liga y que ya se ha acostumbrado a acabar los partidos con Aranzubia en el área rival.
Las rebajas de Madrid y Barcelona llegaron a Riazor y a media España para encarecer la permanencia en la categoría. De nada valen las previsiones porque en este carrusel de resultados insospechados hay que rehacer cuentas continuamente. El Deportivo supo de la victoria del Zaragoza de camino al estadio y de la remontada de la Real Sociedad cuando finalizaba el calentamiento. Las noticias no le achataron. Salió corajudo y voraz, con la acostumbrada vocación por no cocinar el juego en la medular, donde operó como postizo Aythami, un central. Tenía prisa por llegar, pero el paso de los minutos le puso en su sitio, por detrás de la pelota y a cubierto. Creció el Atlético, que tampoco necesitó grandes alardes para controlarla. La tuvo, pero tampoco dio sensación de dominio porque el Deportivo se sintió cómodo acostado en torno a sus excelentes centrales, siempre punzante para ofrecer una respuesta en campo abierto, apoyado en el trabajo de Xisco, que domina el manual del delantero náufrago, y también en los enredos de Perea.
DEPORTIVO 0 - ATLÉTICO 1
Deportivo: Aranzubia; Laure, Lopo, Colotto, Morel (Seoane, m. 31); Juan Domínguez, Aythami, Juan Rodríguez; Valerón, Guardado (Zé Castro, m. 75); y Xisco (Riki, m. 70). No utilizados: Manu; Pablo Álvarez, Adrián y Lassad.
Atlético: De Gea; Ujfalusi, Perea, Godín, Filipe Luis; Tiago, Mario Suárez, Elías (Juanfran, m. 67); Reyes (Raúl García, m. 85), Agüero y Diego Costa (Forlán, m. 66). No utilizados: Joel; Antonio López, Domínguez y Assunção.
Gol: 0-1. M. 80. Agüero.
Árbitro: Turienzo Álvarez. Expulsó a Lopo (m. 59) por dos tarjetas amarillas. Amonestó también a Zé Castro, Godín y Forlán.
Unos 33.000 espectadores en el estadio de Riazor.
La noche en la que el zaguero colombiano se convirtió en el futbolista extranjero que más veces, 204, ha vestido la camiseta rojiblanca sirvió para que ofreciera lo mejor y lo peor de su repertorio: su velocidad en la toma de decisiones y su atolondramiento. Pudo sacar fruto el Deportivo de dos de sus pifias, incisivo como estuvo en la presión ante un rival que se manejó durante largos minutos con frialdad, pero que siempre tuvo la dinamita a punto. Ahí, en el arsenal, pocas amenazas mayores que las de Agüero, bien sujeto cuando se movió entre los centrales, pero imparable cada vez que se descolgó. En una de esas excursiones a los costados se fabricó un disparo que retumbó en el larguero. Como los toreros valientes, el Deportivo ni se miró y siguió a lo suyo, a la brega y la presión, esforzado, enganchado a la aportación ofensiva de Guardado, el único que tuvo la portería de De Gea en su mirilla, y a la postre en inferioridad cuando, con media hora por delante, Lopo enfiló, expulsado, la caseta.
El nuevo escenario invitó al Atlético a profundizar en sus intenciones. Ya tenía la pelota y, entonces sí, también el control del partido. Apretó Quique desde la banda con Forlán y Juanfran por los improductivos Diego Costa y Elías, pero Lotina no dio un paso atrás. Quizá lo habría hecho si desde el Bernabéu y Anoeta hubieran llegado otras noticias. Quizá Valerón habría sido el primer sacrificado en los cambios. Jugó los 90 minutos a la espera de cazar un pase de gol y dar vida al Deportivo, pero el asedio del Atlético había comenzado y hasta Ujfalusi se había apuntado con un zurdazo al que respondió Aranzubia. Quiso contenerlo Lotina con un tercer central, el respondido Zé Castro, pero ni acumulando hombres en el área evitó que Agüero encontrara un espacio para sentenciar y dejar al Atlético con pie y medio en Europa y otear incluso el milagro de alcanzar la cuarta plaza y, con ella, la Champions.
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