Alfonso Martínez, el primer gran pívot
Dejó huella en el baloncesto español y ganó cuatro ligas con tres equipos
Era aragonés (Zaragoza, 1937) y como tal ejercía, a pesar de que se sentía catalán porque casi toda su vida vivió en Barcelona, donde falleció el sábado. Era temperamental, muy suyo, el primer gran pívot del baloncesto español. Una figura que llenó 19 temporadas en la élite, un récord solo superado por Joan Creus. Ganó cuatro veces la Liga con tres equipos diferentes (dos con el Real Madrid, una con el Barcelona y otra con el Joventut) y también cuatro veces la Copa con los mismos equipos, además del Picadero. Jugó 146 partidos con la selección española y él aseguraba que no llegó a los 150 porque de esa forma la federación no tuvo que regalarle un Seat 600, tal como estaba estipulado.
Con Buscató, Ramos, Emiliano y Bonareu, está en el cinco ideal de los sesenta
En una época en que los pívots españoles apenas superaban 1,80 metros, aportó algunos centímetros más, medía 1,94, y buena mano, la que le permitió ser tres veces el máximo anotador de la Liga. Él, junto a su paisano Jorge Guillén y Moncho Monsalve, eran los techos del baloncesto español, hasta que en 1962 llegó el estadounidense Clifford Luyk, de 2,02 metros, se nacionalizó y todo cambió.
Alfonso debutó como olímpico en Roma, en 1960, con una selección con una media de altura de 1,88 metros, solo superior a las de Japón y Uruguay. En 2007 fue elegido en el quinteto ideal español de la década de los sesenta junto a Emiliano, Buscató, Vicente Ramos y Jordi Bonareu. Socarrón, se vanagloriaba tanto de haber gastado todo el dinero que ganaba como de haberle dado en los morros a Dino Meneghin. Entonces él tenía 30 años y el legendario y rocoso pívot italiano hacía sus primeros pinitos con 18. Explicaba, divertido, que había rechazado una oferta de 15.000 pesetas de Raimundo Saporta para continuar en el Madrid cuando muchos jugadores apenas cobraban 1.000 pesetas. Prefirió irse al Barcelona. Allí había emigrado cuando tenía seis años junto a su padre, que trabajaba en El Heraldo de Aragón. Enric Llaudet, presidente del Barcelona, disolvió la sección de baloncesto en 1961. Él prosiguió su carrera en el Joventut, el Picadero, el Mataró, y se retiró en 1976 en el Breogán.
Durante unas colonias de verano ejerció de profesor en el colegio Llor de Sant Boi. Allí estudiaba un chaval llamado Pau Gasol. "Era un pelirrojo no mucho más alto que los demás. Me decía: 'señor Martínez, usted pasa por Sant Boi para ir a Barcelona, ¿verdad? ¿Me podría dejar allí?'. Yo le acompañaba cada día. Y le regalé unos tensores para fortalecer las manos. 'Te crecerán las manos y te comerás el mundo', le decía".
En febrero de 2009 recibió un homenaje en Badalona. Con motivo de una entrevista para ACB.com, le contestó a Juan Antonio Casanova: "¿Yo una leyenda del baloncesto? Yo no era más que un tozudo gruñón".
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